domingo, 6 de julio de 2025

 «Viajar es letal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez mental», escribió Mark Twain en 1869.

 Y un día de estos vamos a sumar los asesinatos de la gente que muere quince años antes de lo que les tocaba porque durante su vida no tuvo trabajo fijo ni seguridad social ni vivienda digna y fue dejando para más tarde ir al médico porque ahora le venía mal; y vamos a sumar los asesinatos de la gente que se quita de en medio por su propia mano porque los bancos les dicen que son económicamente inviables y los servicios sociales se han desmantelado para poder seguir enriqueciendo a los banqueros insaciables; y vamos a sumar las muertes en vida de las personas a las que les han quitado las esperanzas porque no les han dejado estudiar ni hacer planes para su futuro; y vamos a sumar los asesinatos de los niños que no han podido desarrollarse porque no había en casa suficiente comida como para cuidar su sueño y alimentar sus juegos; y vamos a sumar los asesinatos de la gente que ha muerto en trabajos basura, sin seguridad laboral, urgidos por patronos avariciosos o gerentes enloquecidos; y vamos a sumar los asesinatos de las mujeres que han perdido la vida porque el sistema no les dejó otro espacio que ser sumisas, débiles o prostitutas y no encontraron ojos en los que apoyarse cuando se estaban cayendo; y no nos vamos a dejar en la memoria sumar a las mujeres que han muerto porque curas inquisidores, varones reaccionarios y políticos hipócritas y hostiles niegan el derecho al aborto y regresan a las catacumbas de la clandestinidad a las mujeres pobres que deciden interrumpir su embarazo; y vamos a sumar los asesinatos de la gente que no resistió respirar el aire sucio de nuestras ciudades, beber el agua contaminada de tantos lugares, comer la escasa y podrida comida que les dejaron los mercaderes; y vamos a sumar a los que se traga el mar queriendo cruzar en balsas de papel el Estrecho huyendo de la miseria que el norte ha creado en sus países y tambien las de aquellos que dejan su sangre en las fronteras que separan a los ricos de los pobres; y vamos a sumar los asesinatos de gentes caídas por balas, misiles, bombas y gases vendidos por traficantes de armas y proveedores de guerras. Y no se nos va a olvidar sumar las muertes de los asesinados por fascistas que quieren volver a hacer suyas las calles, y tampoco de esos asesinos de escritorio que dicen que los movimientos sociales son terroristas y los señalan como objetivos para que sus cachorros rapados terminen el trabajo. Sumando y sumando.

    Entonces, con tantas muertes en la conciencia, se nos va a llenar la boca de odio y los pulmones de tierra y las manos de justicia, y nos vamos a enfadar aún más cuando nos digan que somos nosotros los que estamos sembrando la lucha de clases. Y entonces no van a encontrar bosques tan profundos ni mares tan hondos ni montañas tan altas como para que puedan esconderse y escapar de tanta rabia como nos han hecho acumular y tanta humanidad como nos han robado. Porque ya no hay agua bendita que les lave la indecencia que están sembrando. Porque ni ellos se merecen tener el poder de derrumbarlo todo ni nosotros ser el contenedor golpeado que soporte los cascotes. El mal gobierno reclama la respuesta decidida de los ciudadanos que quieren un buen gobierno. Y vamos sumando y sumando y sumando…

Juan Carlos Monedero







 


 

sábado, 5 de julio de 2025

 Cuando las fábricas se trasladaron a las ciudades todo el horror de la revolución industrial resultó de verdad evidente, pero no fue hasta el siglo XIX cuando la industrialización y la gran brecha entre ricos y pobres que la acompañó se combinaron para dar origen a una clase consciente y llena de resentimiento que se sentía excluida de las enormes fortunas que los industriales estaban amasando. Según Eric Hobsbawm, hacia la década de 1840 empezaron a desaparecer las tradiciones preindustriales (representadas, por ejemplo, por pasatiempos como los combates de lucha, las peleas de gallos y las peleas de perros y toros; la década de 1840 también marcó el fin de la era en la que las canciones populares constituían el principal lenguaje de los trabajadores industriales).[2597]El hecho importante aquí, como muchos historiadores han señalado, es que a comienzos del siglo XIX las condiciones de la clase trabajadora se deterioraron considerablemente. El mismo Hobsbawm nos proporciona varios ejemplos vívidos de ello: entre 1800 y 1840 hubo escasez de carne en Londres; de ocho millones y medio de irlandeses, cerca de un millón murieron literalmente de hambre entre 1846-1847; el salario medio de quienes manejaban telares manuales cayó de veintitrés chelines en 1805 a seis chelines y tres peniques en 1833. La altura media de la población (un buen indicador de los niveles de nutrición) aumentó entre 1780 y 1830, cayó durante los siguientes treinta años y volvió a aumentar luego. La década de 1840 se conocía incluso en la época como «los hambrientos cuarenta». En Gran Bretaña estallaron disturbios, en su mayoría relacionados con la escasez de alimentos, en los años 1811-1813,1815-1817, 1819, 1826, entre 1829 y 1835, en 1838-1842,1843-1844 y 1846-1848. Hobsbawm cita a uno de los participantes en los disturbios de los Fens en 1816: «“Aquí estoy entre el cielo y la tierra y Dios es mi ayuda. Antes perdería la vida que marcharme. Quiero pan y tendré pan”. Los incendios de graneros y la destrucción de máquinas trilladoras se sucedieron en 1816 por todos los condados; en 1822 en East Anglia; en 1830 entre Kent y Dorset, Somerset y Lincoln; en 1843-1844 de nuevo en las Midlands orientales y en los condados del este: la gente quería un mínimo para vivir».[2598] En un principio, la mayoría de estos disturbios se produjeron para que quienes participaban en ellos pudieran hacerse con alimentos. Sin embargo, desde 1830 aproximadamente, la forma de la protesta empezó a cambiar y, finalmente, surgió el concepto de un sindicato general que tenía en su arsenal «el arma definitiva, la huelga general» (conocida también como «el mes sagrado», lo que no era totalmente una ironía). «Pero fundamentalmente, lo que mantenía unidos a todos los movimientos, o los galvanizaba después de sus periódicas derrotas y desintegraciones, era el descontento general de gentes que se sentían hambrientas en una sociedad opulenta y esclavizadas en un país que blasonaba de libertad, iban en busca de pan y esperanza y recibían a cambio piedras y decepciones».[2599] Esto no son sólo las palabras de un historiador marxista del siglo XX. Un estadounidense que pasó por Manchester en 1845 confiaba sus impresiones en una carta: «Naturaleza humana desventurada, defraudada, oprimida, aplastada, arrojada en fragmentos sangrientos al rostro de la sociedad… Todos los días de mi vida doy gracias al cielo por no ser un pobre con familia en Inglaterra».

Peter Watson

 El racismo estructural disfrazado de humor: el caso de Hugo Aguilar y la SCJN


En los últimos días, una imagen circuló por redes sociales con la intención de burlarse de Hugo Aguilar, uno de los ministros recientemente elegidos para la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La imagen editada coloca su rostro en una botella de cerveza Indio, acompañada de un comentario de Pedro Ferriz que lo llama "patrocinador oficial de las sesiones de la SCJN". Este acto, aparentemente humorístico, ha sido celebrado por figuras como Poncho Gutiérrez, quien afirmó que "están voluntariamente derrotados". Lejos de ser una simple broma, esta representación es un ejemplo claro de racismo estructural que opera en distintos niveles dentro de la sociedad mexicana.

La burla se sostiene sobre una base simbólica que asocia la palabra "Indio" con algo vulgar, inculto o impropio para ocupar un cargo de alta jerarquía institucional. El hecho de usar la etiqueta de una cerveza popular para representar a Hugo Aguilar no es casual: se busca deslegitimarlo no por sus ideas o acciones, sino por su apariencia física y su origen social. En un país como México, donde los rasgos indígenas siguen siendo motivo de discriminación, esta imagen refuerza estereotipos históricos que consideran a lo indígena como inferior o ajeno al poder.

A nivel mediático, el involucramiento de figuras con influencia como Ferriz o Gutiérrez agrava la situación. Al difundir esta clase de contenido, no solo participan en la reproducción del racismo, sino que además lo legitiman desde posiciones de poder simbólico. La ridiculización del cuerpo y el rostro de Aguilar es una forma de decir que no pertenece a la SCJN porque no encarna el ideal blanco, urbano y clasemediero que ciertos sectores consideran adecuado para ocupar el poder judicial.

Socialmente, la celebración de esta imagen nos revela qué valores siguen operando en la conciencia colectiva. Muchas personas encuentran gracioso este tipo de contenido porque están formadas en una cultura donde lo "indio" es motivo de burla. Se trata de una violencia simbólica que funciona precisamente porque se considera normal, cotidiana, inofensiva. Pero no lo es. Cada risa valida una jerarquía racial que excluye a millones de mexicanos del reconocimiento y la dignidad.

Finalmente, en el plano institucional, la SCJN representa uno de los espacios de mayor poder en el país. Que un hombre como Hugo Aguilar llegue a ese lugar debería ser una señal de apertura y pluralidad. Pero la reacción violenta y burlesca ante su imagen demuestra que para muchos, las instituciones solo deben estar habitadas por ciertos cuerpos, ciertas formas de hablar, ciertos fenotipos. Lo que se disputa, entonces, no es solo la composición de la Corte, sino el derecho mismo a pertenecer.

Este caso deja en evidencia que el racismo estructural no necesita leyes para operar. Vive en las imágenes, en los chistes, en los silencios cómplices. Se reproduce cuando permitimos que la burla sustituya al argumento, que el color de piel pese más que las ideas, y que el privilegio se defienda con memes. Es urgente desenmascarar estos discursos y confrontarlos por lo que realmente son: actos de exclusión que debilitan nuestra democracia.

Criticar a un ministro por su desempeño es válido. Burlarse de su apariencia, no. Eso no es crítica política. Es racismo.

 La cirugía estética ya no es un lujo reservado para unos pocos: se ha convertido en un fenómeno cultural, social y psicológico. ¿Qué buscamos al modificar nuestros cuerpos? ¿Belleza? ¿Aceptación? ¿Control? Para reflexionar, hemos reunido —en un ejercicio imaginativo— a grandes figuras del pensamiento: no solo filósofos, sino también dos maestros espirituales que han marcado la historia de la humanidad.




Jesucristo: “La belleza del alma es la que transforma el mundo”

Jesús no juzgaría a quien se opera, pero lo invitaría a mirar más profundamente dentro de sí:

“No se preocupen por su cuerpo, qué han de vestir... miren los lirios del campo, que ni trabajan ni hilan, y ni Salomón se vistió como uno de ellos.”
(Mateo 6:28-29)

Para él, la obsesión por la apariencia exterior es una distracción del verdadero llamado: amar, sanar, perdonar. Si alguien recurre a la cirugía desde la inseguridad o el deseo de aprobación, Jesús le recordaría que su valor no está en su rostro, sino en su capacidad de amar y dar.

Y sin embargo, si una persona actúa desde el respeto a sí misma y no desde la vanidad o el juicio ajeno, Jesús la abrazaría igual, sin condena. Porque su mensaje fue siempre de compasión, no de castigo.


Buda: “Donde hay apego, hay sufrimiento”

Buda vería en la cirugía estética un síntoma de insatisfacción con el presente. El deseo de cambiar el cuerpo nace muchas veces del rechazo a lo que es, y ese rechazo es fuente de dolor.

“No hay fuego como la pasión, ni trampa como el deseo.”

Para él, la raíz del sufrimiento es el apego: al yo, al cuerpo, a una imagen ideal. Y todo lo que hacemos para sostener esa ilusión —como modificar el cuerpo para parecer jóvenes o “bellos”— solo refuerza el ciclo de insatisfacción.

Sin embargo, el budismo no predica la represión, sino la conciencia. Si una persona actúa con plena atención, sin aferrarse, sin obsesión, puede hacer cambios sin romper el equilibrio. La clave está en no confundir el cuerpo con el ser.


Una pregunta compartida

Cada figura nos ofrece una mirada distinta: ética, espiritual, existencial. Pero todas convergen en una misma pregunta:

¿Por qué hacemos lo que hacemos con nuestros cuerpos?

Si la respuesta nace de la libertad, la conciencia y el amor propio, entonces tal vez haya belleza en ello. Pero si nace del miedo, del juicio o del vacío, quizás sea momento de volver la mirada hacia dentro.


Modificar el cuerpo es fácil. Transformar la mirada con la que nos vemos… eso sí es un verdadero cambio.




 Ah, México mágico. Donde el verdadero poder no está en los palacios, sino en los retrovisores del Mercedes-Benz.

Ahí va ella, la señora rubia del privilegio, conduciendo con una mano el volante y con la otra el látigo colonial.
Porque claro, cuando eres blanca, rica y estás acostumbrada a gritarle a las sirvientas… gritarle a un policía es casi un reflejo patriarcal.

“¡Odio a los negros como tú!”, le dice.
Y todos pensamos: ¿dónde está esta señora? ¿En Mississippi, 1953?
No.
Está en Polanco. 2025.
Y no es una excepción…
es una fotografía del alma podrida del clasismo mexicano.

Porque hay que decirlo: aquí el racismo no necesita capuchas blancas ni banderas confederadas.
Aquí el racismo se viste de Carolina Herrera, habla con acento "nice" y se toma selfies con “la ayuda”.
Aquí el racismo no se esconde… usa placas de circulación.

Y mientras tanto, el policía, el verdadero mexicano, con piel morena y salario de hambre, tiene que aguantar el veneno con uniforme y sonreír… porque si responde, lo acusan de agresión.
Aquí el racismo es tan descarado que insulta a los que lo contienen.
Y lo más jodido: muchos lo celebran. “¡Qué huevos de la señora!”, dicen algunos en redes.
Sí, qué huevos… de serpiente.

No es un caso aislado. Es una clase social que nunca fue educada para respetar, sino para mandar.
Una clase que aprendió que la ley solo aplica para los de abajo.
Una clase que no se siente mexicana, solo propietaria de México.

Así que no me hablen de “avances”, de “diversidad” o de “empoderamiento femenino” cuando la lucha por los derechos humanos termina en el primer semáforo donde una señora blanca insulta a un policía como si todavía viviera en la hacienda de su tatarabuelo esclavista.

Si queremos justicia, no basta con castigarla a ella.
Hay que revisar cuántos como ella están criando más como ella.

viernes, 4 de julio de 2025

 "Las experiencias de la vida en un campo de concentración demuestran que el hombre tiene capacidad de elección. (…) Los que estuvimos allí recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas—la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias—para decidir su propio camino. Dostoyevski dijo en una ocasión: “Solo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos” y estas palabras retornaban una y otra vez a mi mente cuando conocí a aquellos mártires cuya conducta en el campo, cuyo sufrimiento y muerte, testimoniaban el hecho de que la libertad íntima nunca se pierde. (…) Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido."


-Viktor Flankl
¿Cuántas veces he sido un dictador? ¿Cuántas veces un inquisidor; un censor, un carcelero? ¿Cuántas veces he prohibido, a quienes más quería, la libertad y la palabra? ¿De cuántas personas me he sentido dueño? ¿A cuántas he condenado porque prometieron el delito de no ser yo? ¿No es la propiedad privada de las personas más repugnante que la propiedad de las cosas? ¿A cuánta gente usé, yo que me creía tan al margen de la sociedad de consumo? ¿No he deseado o celebrado, secretamente, la derrota de otros, yo que en voz alta me cagaba en el valor del éxito? ¿Quién no reproduce, dentro de sí, al mundo que lo genera? ¿Quién está a salvo de confundir a su hermano con un rival y a la mujer que ama con la propia sombra?

«Guerra de la calle, guerra del alma» en Días y noches de amor y de guerra. 

Eduardo Galeano


 

 Una ley para regular los videos creados con inteligencia artificial (IA) en México podría enfocarse en proteger derechos fundamentales como la privacidad, la libertad de expresión, la no discriminación y la veracidad de la información. Aquí un esquema de lo que podría contener una iniciativa de ley razonable y equilibrada:


Ley para la Transparencia y Responsabilidad en la Creación de Contenidos Digitales con Inteligencia Artificial

1. Definiciones clave

Contenido generado por IA: todo material audiovisual (video, audio o imagen) creado total o parcialmente mediante sistemas de inteligencia artificial.

Deepfake: contenido audiovisual que simula falsamente la imagen, voz o acciones de una persona.

Divulgación obligatoria: requerimiento de informar claramente que un contenido ha sido generado o alterado por IA.

2. Obligación de etiquetado

Todo video generado o manipulado con IA debe incluir una advertencia visible y persistente (por ejemplo, una marca de agua o nota inicial) indicando su naturaleza artificial.

Plataformas que alojen videos (como redes sociales y servicios de streaming) deben establecer mecanismos para identificar y etiquetar este tipo de contenidos.

3. Protección de derechos de imagen y voz

Se prohíbe la creación y difusión de contenidos generados por IA que imiten a personas reales sin su consentimiento explícito, salvo excepciones con fines satíricos, educativos o artísticos claramente señalados.

4. Uso en campañas políticas o electorales

Queda prohibido el uso de videos generados por IA que simulen declaraciones o acciones de candidatos, funcionarios o partidos si no están claramente etiquetados como ficticios.

El INE y el IFT tendrían competencia para regular, supervisar y sancionar.

5. Sanciones

Multas económicas proporcionales al alcance del contenido.

Responsabilidad civil por daño moral cuando afecte la reputación o imagen de una persona.

En casos de suplantación con intención de fraude, se contempla responsabilidad penal.

6. Fomento a la alfabetización digital

El Estado debe promover campañas educativas sobre los riesgos, usos y detección de contenidos falsos generados por IA.

jueves, 3 de julio de 2025

 Las naciones, como los credos políticos, pueden ser optimistas o pesimistas. Junto con Corea del Norte, Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo en los que el optimismo es casi una ideología oficial. Para grandes sectores del país, ser positivo es ser patriota, mientras que la negatividad es una clase de crimen de pensamiento. El pesimismo se considera vagamente subversivo. Incluso en los momentos de mayor desaliento, sigue dominando en el inconsciente nacional una fantasía colectiva de omnipotencia e infinitud. Elegir a un presidente de Estados Unidos que declarara a la nación que sus mejores días pertenecen al pasado sería casi tan inimaginable como elegir a un chimpancé, aunque esto último ha estado a punto de ocurrir en una o dos ocasiones. Un líder así se convertiría en objetivo de asesinato. Un historiador estadounidense señaló hace poco que «los discursos inaugurales presidenciales siempre son optimistas, con independencia de los tiempos que corran». Este comentario no tenía una intención crítica. Hay una alegría compulsiva en algunos aspectos de la cultura estadounidense, una retórica de puedo-hacer-lo-que-quiera que delata un miedo casi patológico al fracaso.

Terry Eagleton 


 Karl Marx podría haber criticado a los cantantes que acumulan grandes riquezas y a quienes les entregan ese dinero desde su teoría crítica del capitalismo, enfocándose en varios puntos clave:


1. Alienación y fetichismo de la mercancía

Marx habría argumentado que los cantantes, como parte de la industria cultural, se convierten en mercancías ellos mismos. La música deja de ser una expresión artística libre y se transforma en un producto comercial, con valor de cambio más que valor de uso. El público, a su vez, cae en el fetichismo de la mercancía: no ve el proceso social de producción detrás del espectáculo (trabajadores técnicos, explotación laboral en la industria), sino que idolatra al producto final (el cantante).

2. Acumulación y desigualdad

Marx criticaría la forma en que el sistema permite la acumulación de enormes riquezas en manos de unos pocos artistas mientras millones de trabajadores viven en condiciones precarias. Aunque estos cantantes no sean "capitalistas industriales", reproducen las lógicas del capitalismo: generan plusvalía a través de merchandising, giras, contratos, etc., y muchas veces se apoyan en estructuras empresariales que explotan mano de obra.

3. Falsa conciencia

Desde la teoría marxista, el público que entrega voluntariamente su dinero podría estar actuando bajo una falsa conciencia: creen que al consumir música o asistir a conciertos están realizando un acto libre, pero en realidad están reforzando un sistema que perpetúa la desigualdad. Marx diría que están distraídos por el entretenimiento mientras el sistema continúa explotándolos.

4. Crítica al papel ideológico de la cultura

Para Marx, la cultura en el capitalismo tiende a ser un mecanismo de control ideológico. Los ídolos musicales podrían ser vistos como instrumentos que desvían la atención de las masas de las verdaderas luchas de clase, promoviendo valores consumistas, individualismo o la falsa esperanza de ascenso social a través del éxito personal.

 Una liga de básquetbol con una estatura máxima de 1.80 metros podría tener varios efectos positivos, incluyendo el estigma de superioridad de la gente alta.

Aquí te presento mis consideraciones y lo que me parece atractivo la propuesta:
Pros de una liga de básquetbol con estatura máxima de 1.80 m:
 * Democratización del deporte: Tal como señalas, eliminaría la ventaja inherente de la altura, permitiendo que jugadores con habilidades, agilidad, velocidad, visión de juego y capacidad de salto excepcionales tuvieran un protagonismo que a menudo se ve eclipsado por la estatura en el baloncesto tradicional.
 * Énfasis en otras habilidades: La liga se centraría en el desarrollo y la apreciación de otras facetas del juego, como el manejo de balón, el pase, el tiro de media y larga distancia, la defensa ágil y las estrategias de equipo basadas en la coordinación y la velocidad.
 * Mayor espectáculo y dinamismo (potencialmente): Al no depender tanto del juego cerca del aro basado en la altura, podríamos ver un baloncesto más rápido, con más transiciones y jugadas elaboradas.
 * Nuevas estrategias y tácticas: Los entrenadores tendrían que desarrollar estrategias innovadoras para superar la falta de altura, lo que podría llevar a un juego más creativo y táctico.
 * Inspiración para personas de menor estatura: Sería una liga donde atletas de menor estatura podrían aspirar a la profesionalización y convertirse en referentes, inspirando a muchas personas que quizás se sienten excluidas del baloncesto tradicional.
 * Reducción del estigma de superioridad: Al destacar las habilidades de jugadores de menor estatura en un deporte popular, se podría contribuir a desafiar la percepción de que la altura es un factor determinante de superioridad en todos los ámbitos de la vida. Mostraría que el talento y la excelencia pueden manifestarse de muchas formas.
 * Nuevas oportunidades de mercado: Podría atraer a una base de fanáticos diferente y generar nuevas oportunidades de patrocinio y marketing.
Posibles desafíos y consideraciones:
 * Nicho de mercado: Sería importante evaluar si existe un mercado lo suficientemente grande para sostener una liga profesional de este tipo.
 * Adaptación de las reglas: Podrían ser necesarias algunas adaptaciones de las reglas tradicionales del baloncesto para optimizar el juego con jugadores de menor estatura.
 * Percepción inicial: Podría haber una percepción inicial de que es un "baloncesto de segunda categoría" en comparación con la NBA u otras ligas tradicionales, pero con un buen marketing y un juego emocionante, esto podría superarse.
En conclusión, me parece una idea muy interesante y con un potencial significativo para cambiar la percepción sobre la altura en el deporte y más allá. Podría ser una liga emocionante, basada en habilidades diferentes y que celebre la diversidad de talentos. ¡Definitivamente creo que podría tener un impacto positivo en la lucha contra el estigma de superioridad basado en la altura!

miércoles, 2 de julio de 2025

 En la CPAC se le presentó como un empresario ilustre y ejemplar, y en respuesta, el magnate mexicano agradeció a los organizadores y ensalzó la Presidencia de Milei, a quien consideró como el único Presidente de América Latina que lucha por la libertad. Luego inició su discurso arremetiendo en contra del Gobierno de México y la izquierda.

«Siempre están ahí los zurdos de mierda y hay que regresarlos a la alcantarilla de donde salieron y es que nunca cesan, en México pensamos que ya habíamos llegado a una situación democrática y ándale, resulta que ya regresamos al régimen del partido único, liderado por un líder que nos ha dejado una revuelta y nos ha dejado indefensos, sin un poder autónomo judicial y son mentiras a diario, con el poder que tienen sobre los medios engañan a la gente y son muy pocos los que tienen principios en mi país», dijo Salinas entre aplausos del público presente.


La frase de Ricardo Salinas Pliego es profundamente ofensiva y deshumanizante, al equiparar a personas con una ideología política (la izquierda) con desechos y lugares insalubres. Desde la filosofía, se le pueden dar varias respuestas que cuestionan su afirmación desde diferentes perspectivas éticas y políticas:

1. Basándose en la Dignidad Humana (Ética Kantiana):
 * Respuesta: "Desde la filosofía kantiana, cada ser humano posee una dignidad intrínseca, basada en su capacidad de razonar y ser autónomo. Reducir a un grupo de personas, independientemente de sus ideas políticas, a 'seres de alcantarilla' niega fundamentalmente esa dignidad y los trata como meros medios para un fin, lo cual es moralmente inaceptable."
 * Explicación: Immanuel Kant argumenta que debemos tratar a las personas como fines en sí mismos, nunca solo como medios. La frase de Salinas Pliego instrumentaliza y degrada a un grupo entero por sus creencias.
2. Basándose en la Justicia y la Igualdad (Filosofía Política Liberal):
 * Respuesta: "La filosofía política liberal, desde Locke hasta Rawls, defiende la igualdad fundamental de todos los ciudadanos y su derecho a participar en el debate público y político sin ser objeto de difamación o exclusión. Sugerir que un grupo debe ser relegado a las 'alcantarillas' por sus ideas es una violación de los principios de justicia e igualdad que sostienen una sociedad democrática."
 * Explicación: El liberalismo político enfatiza la importancia de la igualdad de oportunidades y el respeto por las diferentes opiniones dentro del marco de la ley. La exclusión basada en la ideología es antidemocrática.
3. Basándose en la Empatía y la Comprensión (Ética del Cuidado):
 * Respuesta: "Desde la ética del cuidado, que pone énfasis en la conexión, la empatía y la comprensión mutua, una declaración como esa revela una falta profunda de consideración por la humanidad de quienes piensan diferente. En lugar de buscar el diálogo y el entendimiento, promueve la división y el desprecio, lo cual es contrario a una ética basada en la responsabilidad y el cuidado por los demás."
 * Explicación: La ética del cuidado valora las relaciones y la capacidad de ponerse en el lugar del otro. La frase de Salinas Pliego fomenta la alienación y la hostilidad.
4. Basándose en el Diálogo Racional y la Tolerancia (Filosofía Habermasiana):
 * Respuesta: "La filosofía de Jürgen Habermas subraya la importancia del discurso racional y la esfera pública como espacios para el debate y la formación de la opinión. Descalificar a un grupo y desear su exclusión del espacio público, relegándolos a las 'alcantarillas', socava la posibilidad de un diálogo constructivo y la búsqueda de consensos a través de la razón y el argumento."
 * Explicación: Habermas defiende una comunicación libre y abierta donde las ideas se confrontan a través de la razón, no mediante el insulto y la descalificación.
5. Basándose en la Falacia Ad Hominem (Lógica):
 * Respuesta: "Desde la lógica, su comentario incurre en una falacia ad hominem, atacando a las personas (los 'zurdos') en lugar de refutar sus ideas o argumentos. Descalificar al oponente en lugar de debatir sus puntos de vista es una táctica retórica débil que no contribuye a un debate significativo."
 * Explicación: La lógica nos enseña a evaluar los argumentos por su validez y solidez, no atacando a la persona que los presenta.
En resumen, la respuesta filosófica a la declaración de Salinas Pliego se centraría en:
 * Defender la dignidad intrínseca de todas las personas.
 * Promover la igualdad y el derecho a la participación política.
 * Fomentar la empatía y la comprensión por encima del desprecio.
 * Subrayar la importancia del diálogo racional y la tolerancia en una sociedad democrática.
 * Señalar la falacia lógica del ataque personal en lugar del debate de ideas.
La frase de Salinas Pliego no tiene justificación filosófica sólida y más bien refleja una postura de intolerancia y desprecio hacia quienes sostienen opiniones políticas diferentes.

 El padre Alfréd Kun, famoso activista de la Cruz Flechada, que luego admitiría haber cometido quinientos asesinatos, solía dar la siguiente orden: «En nombre de Cristo, ¡fuego!».

Los milicianos de la Cruz Flechada, algunos de entre catorce y dieciséis años, sacaban a grupos de judíos del gueto, los obligaban a quedarse en paños menores y a marchar descalzos por las calles heladas de Budapest hasta los diques del Danubio para ejecutarlos allí. En muchos casos, sus disparos eran tan torpes que algunas víctimas lograban saltar al río helado y escapar a nado. En una ocasión un oficial alemán interrumpió una de esas matanzas y envió a los judíos a su casa, pero probablemente no fuera más que un indulto temporal.
Algunos suboficiales de la gendarmería húngara se unieron a los cuatro mil milicianos de la Cruz Flechada para torturar y asesinar a los judíos, y otros los ayudaron.
Hubo también unos pocos miembros de la propia Cruz Flechada que ayudaron a los judíos a escapar, lo que demuestra que nunca se puede generalizar. Los esfuerzos de uno de ellos, el Dr. Ara Jerezian, recibieron después el reconocimiento de Yad Vashem, la institución creada en Israel en memoria de las víctimas del Holocausto.

Antony Beevor 


 

 ¿En qué sentido somos libres?


Vivimos dentro de un sistema autorreforzante donde cada elección que no transforma nada alimenta la ilusión colectiva de que el cambio radical no solo es improbable, sino absolutamente imposible. La maquinaria institucional se presenta como un teatro de participación, donde se nos otorga el derecho al voto pero se nos niega el derecho al poder. Y lo más alarmante: esta farsa ha logrado instalarse en el imaginario popular como la cúspide de la libertad.

Los datos, sin embargo, desnudan la realidad. Investigaciones rigurosas, como las realizadas por la Universidad de Princeton, han demostrado que las preferencias políticas del 90% de la población tienen una influencia estadísticamente insignificante en las decisiones legislativas. En contraste, las demandas de las élites económicas —corporaciones, lobbies, grandes fortunas— encuentran eco inmediato en las políticas públicas. En otras palabras: el sistema escucha, pero solo a quien puede pagar la entrada.

Esto plantea una pregunta tan incómoda como inevitable:
Si nuestras decisiones no pueden alterar las estructuras económicas que determinan nuestra vida cotidiana —el acceso a la salud, la vivienda, el trabajo, el tiempo—, ¿en qué sentido somos realmente libres?

Porque votar cada seis años, sin capacidad de incidir en las reglas del juego, no es libertad: es simulacro.
Porque elegir entre dos candidatos financiados por los mismos intereses económicos no es democracia: es menú restringido.
Porque vivir atrapados en una economía que pone las ganancias por encima de la vida no es una elección: es una condena estructural.

La libertad política sin soberanía económica es un espejismo. No puede haber auténtica autodeterminación si las decisiones fundamentales sobre cómo producimos, distribuimos y vivimos están secuestradas por una minoría que no fue elegida, no rinde cuentas y no comparte el destino de la mayoría.

Y sin embargo, seguimos votando. No porque creamos que cambiará algo, sino porque la alternativa —reconocer la magnitud del engaño— resulta insoportable para muchos. Así, el sistema se autorreproduce: cada elección fallida fortalece la idea de que otra forma de organización social es inviable, utópica o incluso peligrosa.

Pero hay que decirlo con todas sus letras:
La verdadera utopía es creer que el orden actual puede sostenerse eternamente sin estallar.



En países como México, donde la informalidad laboral y el abuso de poder por parte de muchos empleadores, sobre todo en pequeñas empresas, es una práctica extendida. Aquí va una propuesta integral dividida en lo que podría hacer el gobierno y lo que la ciudadanía puede proponerle con firmeza.


🔧 ¿Qué podría hacer el gobierno?

1. Inspección laboral efectiva y descentralizada

Fortalecer la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet) y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

Crear brigadas municipales o estatales que realicen inspecciones sorpresa en pequeñas empresas.

Que el proceso de denuncia laboral sea anónimo y digital, para proteger al trabajador.


2. Sanciones ejemplares

Establecer multas proporcionales al ingreso del negocio, no fijas, para que duela.

Suspender licencias de funcionamiento o cerrar negocios reincidentes.

3. Incentivos para formalizar

Crear subsidios fiscales temporales o exenciones para pequeñas empresas que:

Registren a sus trabajadores en el IMSS.

Cumplan con el salario mínimo y prestaciones.

Ofrecer asesoría gratuita para la transición a la formalidad.

4. Campañas públicas de educación laboral

Difundir los derechos laborales en redes, medios, escuelas y comunidades.

Campañas que desestigmaticen al trabajador que exige lo justo.

Promoción de sindicatos independientes y defensorías laborales comunitarias.


📜 ¿Qué se le puede pedir al gobierno?

Una propuesta ciudadana o legislativa podría incluir:

> Iniciativa por la Dignidad Laboral en Pequeñas Empresas

Auditoría nacional a micro y pequeñas empresas (de manera rotativa).

Plataforma digital de denuncias anónimas con seguimiento obligatorio.

Publicación de listas de empresas que reincidan en pagar por debajo del salario mínimo.

Subvenciones estatales por un año a las empresas que formalicen empleos.

Campañas locales de educación en derechos laborales, con participación de universidades y organizaciones civiles.

También se puede:

Hacer presión política: peticiones en Change.org, campañas en redes, cartas a diputados locales.

Formar colectivos de trabajadores informales y exigir mesas de diálogo en cámaras empresariales y gobiernos locales.

Difundir casos concretos para exhibir abusos, de forma segura y respetando la privacidad.


💬 Un mensaje claro y valiente:

> "El trabajo digno no es una utopía, es un derecho constitucional. Y quien se enriquece pagando miseria, viola la ley y atenta contra la dignidad humana. El gobierno tiene la obligación de proteger a quien produce, no sólo a quien factura."

La realidad es que muchas personas aceptan trabajos sin prestaciones o con sueldos menores al mínimo porque no ven otra opción, porque temen quedarse sin nada o porque han sido educadas para aguantar. Pero eso no significa que estén condenadas a resignarse. Aquí va una propuesta clara sobre qué se les puede decir y qué pueden hacer, dependiendo de su situación.


🔊 ¿Qué se les puede decir? (con respeto, sin juzgar)

> 🗣️ “No estás mal por aceptar ese trabajo, estás sobreviviendo. Pero que sepas que tienes derecho a algo mejor: a un sueldo justo, a seguro, a descanso, a respeto. No es un lujo, es la ley.”


> 🗣️ “Te enseñaron a aguantar, pero eso no significa que debas callarte para siempre. Mereces vivir con dignidad, no sólo sobrevivir.”


> 🗣️ “No es tu culpa que te paguen mal, es culpa del sistema que lo permite. Pero si tú y otros se organizan, pueden cambiarlo. Hay más fuerza en la unión de los que trabajan que en el dinero de los que mandan.”

💪 ¿Qué pueden hacer las personas que aceptan esas condiciones?

1. Informarse

Conocer cuáles son sus derechos laborales mínimos (salario, horas, aguinaldo, seguro, etc.).

Acceder a materiales simples de la Profedet, o canales confiables en redes que explican derechos laborales.

2. Documentar

Guardar mensajes, audios, pagos, fotos o cualquier prueba del empleo. Eso puede servir en caso de denuncia.

3. Denunciar (anónimamente si es necesario)

A través de:

La Profedet

La STPS

Líneas ciudadanas o defensorías laborales locales.


4. Buscar apoyo colectivo

Unirse a otras personas en la misma situación. La organización es poder.

Formar colectivos, sindicatos o grupos informales que hablen en conjunto, porque un trabajador aislado es débil, pero muchos son una fuerza imparable.

5. Exigir cambios al gobierno local

Participar en peticiones, manifestaciones pacíficas, redes de apoyo.

Vincularse con universidades, ONGs, colectivos obreros o plataformas como "México, ¿cómo vamos?" o "Red de defensa del trabajo digno".

🧠 Y algo muy importante: cambiar la mentalidad de aguantar

Porque el discurso de “por lo menos tengo trabajo” no puede ser excusa para permitir explotación.

> “Tener trabajo no basta si ese trabajo te quita la salud, la tranquilidad y los derechos. No vinimos al mundo a ser usados, vinimos a vivir con dignidad.”