lunes, 22 de abril de 2024

Dice que la meritocracia, la idea de que haya igualdad de oportunidades, es injusta e incluso perversa. ¿Por qué?

Tiene dos problemas. El primero es que es una especie de premio de consolación cuando los proyectos igualitaristas más profundos desaparecen de la esfera pública. Y el segundo es que no funciona, la meritocracia acaba reproduciendo el poder de las élites sociales y económicas.

Su libro recoge en ese sentido datos muy interesantes, como que el 56% de los hijos de profesionales de clase media que en la enseñanza obligatoria tiene notas malas o regulares da el paso a la educación universitaria, frente al 20% de los hijos de trabajadores...

Exactamente. La meritocracia es un poco el cuento que nos contamos aquellos a los que nos va bien para decirnos que merecemos nuestros privilegios, que tenemos lo que tenemos porque nos lo hemos ganado, porque lo valemos. Pero la realidad es que quienes estamos en una posición más privilegiada nos podemos permitir muchísimos más tropiezos en el camino. A lo mejor no vivimos en una orgía de lujos decadentes como los súper millonarios, pero nos podemos permitir muchos más errores.

 La desigualdad empezó a crecer exponencialmente a partir de los años 70. Antes, el estado de bienestar en su visión más keynesiana, tenía herramientas para luchar contra las desigualdades. ¿Qué ocurrió en los 70?

En los años 70 lo que pasó es que triunfó un proyecto político dirigido explícitamente a aumentar la desigualdad, eso que llamamos neoliberalismo, un término que cada vez me gusta menos. Uno de los ejes de ese proyecto era precisamente aumentar la competitividad y el individualismo de nuestras sociedades para beneficiar a las élites.

https://www.elmundo.es/papel/historias/2020/10/03/5f7441a521efa0d5648b4593.html

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