lunes, 23 de mayo de 2022

 Es bien sabido que el software informático resulta fácil de copiar. Un nuevo producto que es el resultado de cientos de años de esfuerzo de desarrollo de software puede copiarse en un disco en unos segundos. Así pues, el señor Bill Gates puede ser extraordinariamente generoso en sus obras benéficas, pero es un hombre bastante severo cuando alguien copia su software. La industria del entretenimiento y la farmacéutica tienen el mismo problema. Es por eso por lo que son sumamente agresivas al promover la fuerte protección de los derechos sobre la propiedad intelectual (DPI), como patentes, derechos de autor y marcas registradas. Por desgracia, este puñado de industrias ha estado dirigiendo toda la agenda internacional sobre DPI durante las dos últimas décadas. Durante el debate que rodeó los medicamentos para el vih/sida, las compañías farmacéuticas arguyeron que, sin patentes, no habría más fármacos nuevos: si cualquiera puede "robar" sus inventos, no tienen ningún motivo para invertir en la invención de nuevas medicinas. Este argumento parece bastante razonable, pero es solo una media verdad. No es que siempre tengamos que "sobornar" a gente inteligente para que invente cosas nuevas. Los incentivos materiales, aunque importantes, no son lo único que motiva a las personas a invertir en la producción de nuevas ideas. En el punto más álgido del debate sobre el vih/sida, 13 miembros de la Royal Society, la sociedad científica más distinguida del Reino Unido, hizo este contundente comentario en una carta abierta al Financial Times: "Las patentes son solo un medio para fomentar el descubrimiento y la invención. La curiosidad científica, unida al deseo de beneficiar a la humanidad, ha tenido una importancia mucho mayor a lo largo de la historia".3 Multitud de investigadores de todo el mundo proponen nuevas ideas sin cesar, aunque no se beneficien de ellas de forma directa. Los institutos de investigación del gobierno o las universidades suelen negarse explícitamente a obtener patentes para sus inventos. Todos ellos demuestran que mucha investigación no está motivada por el beneficio del monopolio de patente.Ese no es un fenómeno marginal. Mucha investigación es realizada por organizaciones sin afán de lucro... incluso en Estados Unidos. Por ejemplo, en el año 2001, el 43% de la financiación para la investigación norteamericana en fármacos procedía de la propia industria farmacéutica, el 29% provenía del gobierno estadounidense y el 28% restante, de organizaciones benéficas y universidades privadas.145 Así pues, aunque Estados Unidos aboliera las patentes farmacéuticas mañana y, como respuesta, todas las compañías nacionales del sector cerraran sus laboratorios de investigación (lo cual no ocurrirá), seguiría habiendo más de la mitad de la investigación en medicamentos de la que existe hoy en aquel país. Un ligero debilitamiento de los derechos de patente -por ejemplo, ser obligado a cobrar precios más bajos a colectivos/países pobres o a aceptar una vida de patente más corta en naciones en vías de desarrollo- es todavía menos probable que dé como resultado la desaparición de nuevas ideas, pese al mantra del lobby pro patentes. 

Ha Joon Chang

No hay comentarios:

Publicar un comentario