domingo, 1 de mayo de 2022

 Un dictador permanece en su puesto y sus ataques a los derechos de la población serán silenciados por la prensa alineada mientras sirva al aparato globalista. Pero si al tirano se le ocurre la herejía de independizarse de las cadenas que lo mantienen atado a los intereses de los sumos sacerdotes se organiza una campaña de prensa internacional, que lo desprestigia y deslegitima ante la sociedad. El siguiente paso es la invasión del país en defensa de los Derechos Humanos (que antes no habían importado lo más mínimo). Con el 11-S se inaugura una nueva modalidad en la que el comunismo deja de ser el principal enemigo del mundo, o el enemigo necesario, para ceder el relevo al terrorismo internacional. El que se añada el adjetivo de internacional avala la mentira de que el planeta entero está en peligro y la política de seguridad se hace imprescindible y fuerte en los estados occidentales. Todos unidos contra un enemigo común. Todos en armonía preparados para la defensa, que no es otra que el ataque. A los ciudadanos se les incita a tener miedo a este enemigo total, del que sólo el gobierno y la OTAN podrán salvarlo. Un ciudadano temeroso es un ciudadano susceptible, fácil de manejar. Los gobiernos suben los impuestos y recortan los gastos sociales a costa del presupuesto en seguridad. Se fabrican más armas, aunque la mayor parte nunca serán usadas, pero aumentan las arcas de los dueños de las fábricas y se incentiva la corriente de capital hacia la hacienda pública. Se aumenta el presupuesto para investigación nuclear, armamentística y el espionaje.

Cristina Martin

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