viernes, 7 de noviembre de 2025

 Gaza y el laboratorio mediático de la guerra moderna

En la guerra moderna, el campo de batalla ya no se limita al territorio ocupado ni a las armas desplegadas: la opinión pública se ha convertido en un escenario estratégico. Lo que sucede en Gaza es un ejemplo paradigmático de cómo las operaciones militares se diseñan hoy considerando primero la narrativa que llegará a las pantallas de televisión y redes sociales. Este enfoque no es nuevo; desde la década de 1970, los manuales militares de Estados Unidos ya establecían que no se emprendería ninguna acción bélica sin garantizar que la población doméstica y global comprendiera —y aceptara— la necesidad de la misma.

El primer paso en esta estrategia es la deshumanización del enemigo. Antes de que caiga la primera bomba, se construye una narrativa que lo coloca en una categoría subhumana: terrorista, amenaza o criminal. De esta manera, las víctimas del conflicto dejan de generar empatía y la violencia que se ejerce sobre ellas se percibe como legítima. Este proceso, aunque sutil, es crucial: prepara la mente del público para aceptar lo que vendrá.

El segundo paso es el control de la cobertura mediática. Los medios seleccionan qué noticias e imágenes se difunden, enfatizando los ataques “preventivos” y minimizando los daños a la población civil. La violencia se filtra a través de un lente que normaliza la guerra y evita la indignación social. Este mecanismo de percepción funcionó en Vietnam, donde la difusión televisiva de masacres provocó un rechazo masivo que limitó la acción militar estadounidense. Hoy, se busca que la opinión pública esté alineada antes de que la violencia ocurra.

Finalmente, se produce la justificación posterior: cualquier acción militar se presenta como necesaria, legítima y ética. La narrativa ya está lista: se habla de defensa propia, lucha contra el terrorismo o protección de intereses estratégicos. Así, la guerra se consolida como un acto “inevitable” y socialmente aceptable, aunque sus víctimas sean innumerables.

Gaza, en este sentido, funciona como un laboratorio mediático: un espacio donde se prueban estrategias de percepción que luego podrían aplicarse en otros contextos. La combinación de deshumanización, control de la información y normalización de la violencia demuestra que la guerra moderna no se gana solo con armas, sino con narrativas que moldean la mente del público. Comprender este mecanismo es crucial para interpretar los conflictos contemporáneos y cuestionar la información que nos llega antes de que se convierta en opinión pública.

No hay comentarios:

Publicar un comentario