Venezuela en venta: ¿quién decide el futuro del país?
Hay
un fenómeno que se repite una y otra vez en América Latina: la élite
económica se siente dueña del país, aunque nadie le haya preguntado al
pueblo. Venezuela, bajo la propuesta de María Corina Machado, podría ser
el próximo ejemplo de este patrón.
Machado
propone abrir la puerta a la inversión extranjera y privatizar sectores
estratégicos: petróleo, gas, energía e incluso la minería. La lógica es
simple: atraer capital, crecer rápido, mostrar que el país es
“atractivo para los negocios”. Hasta aquí, todo parece progreso. Pero el
detalle está en quién decide y cómo.
Nadie
preguntó a los venezolanos si querían vender sus recursos estratégicos.
Nadie consultó si preferían un modelo donde las decisiones sobre su
futuro económico dependen de corporaciones y mercados internacionales.
Los planes se diseñan para inversores, no para ciudadanos, y eso
convierte a la democracia en una fachada mientras se implementa un
liberalismo salvaje que puede concentrar riqueza y poder en pocas manos.
La
historia reciente en la región nos da pistas: Argentina en los 90,
Bolivia en algunos periodos, incluso México en ciertos sectores
estratégicos. Privatizaciones rápidas, liberalización sin control,
dependencia de capital extranjero… y el pueblo pagando la factura
mientras unos pocos hacen su fortuna. Ese escenario no es teoría: es
realidad, y se repite cuando se ignora la voz de la ciudadanía.
Si
Venezuela adopta este modelo, no solo se abre a la inversión: se vende
un país sin preguntar a sus dueños reales, los ciudadanos. Crecimiento
económico rápido sí, pero a costa de soberanía, justicia social y
participación popular. Esa es la verdadera pregunta: ¿Venezuela quiere
ser un supermercado para capital extranjero o un país donde su gente
decide su futuro?
En
pocas palabras: abrir los recursos del país sin consultar a quienes lo
habitan no es progreso, es un golpe silencioso a la democracia. Y
mientras algunos celebran la “inversión”, otros verán cómo su futuro se
negocia detrás de puertas cerradas.
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