lunes, 29 de septiembre de 2025

 1. Economía y política de la droga en EE. UU.:


EE. UU. históricamente ha tenido una gran industria que se beneficia indirectamente de la ilegalidad: cárceles privadas, industria policial, laboratorios farmacéuticos, incluso sistemas de seguros médicos. Esto genera un incentivo económico para mantener las drogas en el ámbito ilegal.

Las políticas de criminalización también son políticamente rentables en ciertas épocas: “tough on crime” vende votos. Legalizar no es solo una cuestión de sentido común, es un cambio estructural que implica poder legislativo y enfrentarse a muchos intereses creados.

2. Cultura y percepción social:

Hay un doble estándar: se critica a Latinoamérica como “productora de drogas” mientras se ignora el consumo interno y la demanda en EE. UU. Esto se conoce como “externalización del problema”.

La sociedad estadounidense todavía tiene fuertes tabúes y prejuicios sobre las drogas, aunque estados como Colorado o California han legalizado cannabis. Las drogas duras siguen siendo un tema muy estigmatizado.

3. Tratamientos y opciones gubernamentales:

La de un registro voluntario y tratamiento es parecida a lo que hay en algunos países europeos: Suiza, Portugal y los Países Bajos tratan la drogadicción como un problema de salud pública, no de criminalidad.

En EE. UU., los tratamientos existen, pero el acceso es desigual: depende de seguro médico, ubicación y fondos locales. Además, criminalizar al usuario o forzar registros genera resistencia política y social.

4. Diferencia entre legalización y penalización:

Penalizar severamente al consumidor no reduce el consumo, históricamente ha demostrado generar más crimen y marginalización.

Legalizar, regular y ofrecer tratamiento reduce mortalidad, enfermedades y crimen asociado, como muestran los estudios de Portugal.


En resumen: EE. UU. no actúa de manera consistente porque hay intereses económicos y políticos muy grandes detrás de la criminalización, y la sociedad aún no está lista para ver las drogas como un problema de salud pública en todos los niveles. Por eso es “fácil” culpar a Latinoamérica, mientras internamente hay resistencia a tomar medidas efectivas.

Drogas en EE. UU.: ¿legalización o doble estándar?

Es curioso ver cómo Estados Unidos señala constantemente a Latinoamérica como la gran culpable del tráfico de drogas, mientras internamente el consumo es altísimo. Si tanto les preocupa el tema, ¿por qué no toman decisiones claras para solucionarlo?

Algunas ideas que podrían considerarse: legalizar como en otros países, o al menos ofrecer tratamientos efectivos a quienes consumen. Incluso podrían implementar un registro voluntario para adictos y brindarles apoyo gubernamental, como ocurre en algunos modelos europeos.

La realidad es que la criminalización del consumo beneficia a muchos sectores: cárceles privadas, industrias farmacéuticas, fuerzas policiales… y, por supuesto, hay un gancho político: ser “duros contra la droga” vende votos. Mientras tanto, estigmatizar al consumidor persiste y se ignora que castigar severamente no resuelve el problema; solo genera más marginalización.

Países como Portugal o Suiza muestran que tratar la drogadicción como un problema de salud pública, y no como un crimen, reduce mortalidad, enfermedades y delitos asociados. EE. UU., en cambio, mantiene un doble estándar: culpa a Latinoamérica, mientras lucha para implementar soluciones internas efectivas.

Quizá sea hora de mirar hacia modelos que funcionan y dejar de lado la hipocresía.

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