1. Economía y política de la droga en EE. UU.:
EE. UU.
históricamente ha tenido una gran industria que se beneficia
indirectamente de la ilegalidad: cárceles privadas, industria policial,
laboratorios farmacéuticos, incluso sistemas de seguros médicos. Esto
genera un incentivo económico para mantener las drogas en el ámbito
ilegal.
Las políticas de
criminalización también son políticamente rentables en ciertas épocas:
“tough on crime” vende votos. Legalizar no es solo una cuestión de
sentido común, es un cambio estructural que implica poder legislativo y
enfrentarse a muchos intereses creados.
2. Cultura y percepción social:
Hay
un doble estándar: se critica a Latinoamérica como “productora de
drogas” mientras se ignora el consumo interno y la demanda en EE. UU.
Esto se conoce como “externalización del problema”.
La
sociedad estadounidense todavía tiene fuertes tabúes y prejuicios sobre
las drogas, aunque estados como Colorado o California han legalizado
cannabis. Las drogas duras siguen siendo un tema muy estigmatizado.
3. Tratamientos y opciones gubernamentales:
La de un registro voluntario y tratamiento es parecida a lo que hay
en algunos países europeos: Suiza, Portugal y los Países Bajos tratan la
drogadicción como un problema de salud pública, no de criminalidad.
En
EE. UU., los tratamientos existen, pero el acceso es desigual: depende
de seguro médico, ubicación y fondos locales. Además, criminalizar al
usuario o forzar registros genera resistencia política y social.
4. Diferencia entre legalización y penalización:
Penalizar severamente al consumidor no reduce el consumo, históricamente ha demostrado generar más crimen y marginalización.
Legalizar,
regular y ofrecer tratamiento reduce mortalidad, enfermedades y crimen
asociado, como muestran los estudios de Portugal.
En
resumen: EE. UU. no actúa de manera consistente porque hay intereses
económicos y políticos muy grandes detrás de la criminalización, y la
sociedad aún no está lista para ver las drogas como un problema de salud
pública en todos los niveles. Por eso es “fácil” culpar a
Latinoamérica, mientras internamente hay resistencia a tomar medidas
efectivas.
Drogas en EE. UU.: ¿legalización o doble estándar?
Es
curioso ver cómo Estados Unidos señala constantemente a Latinoamérica
como la gran culpable del tráfico de drogas, mientras internamente el
consumo es altísimo. Si tanto les preocupa el tema, ¿por qué no toman
decisiones claras para solucionarlo?
Algunas
ideas que podrían considerarse: legalizar como en otros países, o al
menos ofrecer tratamientos efectivos a quienes consumen. Incluso podrían
implementar un registro voluntario para adictos y brindarles apoyo
gubernamental, como ocurre en algunos modelos europeos.
La
realidad es que la criminalización del consumo beneficia a muchos
sectores: cárceles privadas, industrias farmacéuticas, fuerzas
policiales… y, por supuesto, hay un gancho político: ser “duros contra
la droga” vende votos. Mientras tanto, estigmatizar al consumidor
persiste y se ignora que castigar severamente no resuelve el problema;
solo genera más marginalización.
Países
como Portugal o Suiza muestran que tratar la drogadicción como un
problema de salud pública, y no como un crimen, reduce mortalidad,
enfermedades y delitos asociados. EE. UU., en cambio, mantiene un doble
estándar: culpa a Latinoamérica, mientras lucha para implementar
soluciones internas efectivas.
Quizá sea hora de mirar hacia modelos que funcionan y dejar de lado la hipocresía.
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