domingo, 28 de septiembre de 2025

 La Batalla de Cable Street: cuando un barrio dijo “¡no pasarán!”


Londres, 4 de octubre de 1936. Oswald Mosley, líder de la Unión Británica de Fascistas, decidió desfilar por el East End, un barrio obrero con fuerte presencia judía. Su intención era clara: mostrar fuerza, intimidar y dejar claro que el fascismo también podía caminar por las calles de la ciudad.

Pero los vecinos no estaban dispuestos a ceder ni un centímetro. Socialistas, comunistas, anarquistas y residentes judíos se organizaron rápidamente. Construyeron barricadas, bloquearon calles y escondieron piedras y palos. La comunidad se preparaba para defender su barrio con todo lo que tuviera a mano.

Cuando los camisas negras aparecieron, se encontraron con un muro humano decidido a detenerlos. La policía intentó abrir paso, pero la multitud resistió con creatividad y valentía: se lanzaban cubetas de agua, se bloqueaban calles con coches y se cortaban rutas de acceso. La tensión era palpable; podía sentirse en el aire la mezcla de miedo y coraje.

Al final, Mosley no pasó. Su desfile fascista fue frustrado, y la policía tuvo que escoltarlo fuera del barrio. Esa victoria no se celebró con discursos, sino con la acción directa de un pueblo que decidió no rendirse ante el odio.

La Batalla de Cable Street se convirtió en un símbolo de resistencia: una prueba de que la unidad popular y la valentía pueden detener incluso al fascismo más organizado. Y sobre todo, una lección que sigue vigente: cuando la injusticia toca tu puerta, no basta con mirar; hay que actuar.

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