La Batalla de Cable Street: cuando un barrio dijo “¡no pasarán!”
Londres,
4 de octubre de 1936. Oswald Mosley, líder de la Unión Británica de
Fascistas, decidió desfilar por el East End, un barrio obrero con fuerte
presencia judía. Su intención era clara: mostrar fuerza, intimidar y
dejar claro que el fascismo también podía caminar por las calles de la
ciudad.
Pero los vecinos
no estaban dispuestos a ceder ni un centímetro. Socialistas, comunistas,
anarquistas y residentes judíos se organizaron rápidamente.
Construyeron barricadas, bloquearon calles y escondieron piedras y
palos. La comunidad se preparaba para defender su barrio con todo lo que
tuviera a mano.
Cuando
los camisas negras aparecieron, se encontraron con un muro humano
decidido a detenerlos. La policía intentó abrir paso, pero la multitud
resistió con creatividad y valentía: se lanzaban cubetas de agua, se
bloqueaban calles con coches y se cortaban rutas de acceso. La tensión
era palpable; podía sentirse en el aire la mezcla de miedo y coraje.
Al
final, Mosley no pasó. Su desfile fascista fue frustrado, y la policía
tuvo que escoltarlo fuera del barrio. Esa victoria no se celebró con
discursos, sino con la acción directa de un pueblo que decidió no
rendirse ante el odio.
La
Batalla de Cable Street se convirtió en un símbolo de resistencia: una
prueba de que la unidad popular y la valentía pueden detener incluso al
fascismo más organizado. Y sobre todo, una lección que sigue vigente:
cuando la injusticia toca tu puerta, no basta con mirar; hay que actuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario