En otras palabras, los agentes de policía de Estados Unidos no solo tienen a su disposición una lista casi ilimitada de razones legales para parar a un conductor; también son libres de añadir otras razones que puedan elucubrar, siempre que parezcan razonables. Y una vez que han parado a un conductor, los agentes tienen derecho a registrar el automóvil, siempre que haya motivos para creer que el conductor puede estar armado o ser peligroso. Kansas City decidió aprovecharse de esta laxitud. La propuesta de Sherman fue que el departamento de policía asignara cuatro agentes, en dos coches patrulla. Su destino sería el distrito 144. Les ordenaron no salirse de ese kilómetro cuadrado y los liberaron de cualquier otra obligación relacionada con el orden público. No tenían que contestar a la radio ni acudir a llamadas de accidentes. Las instrucciones eran claras; estén alerta a 171 conductores de apariencia sospechosa y recurran a cualquier pretexto que encuentren en el reglamento de tráfico para detener su marcha. Si siguen teniendo sospechas, registren el coche y confisquen cualquier arma que haya en su interior. Los agentes trabajaron cada noche, entre las siete de la tarde y la una de la madrugada, siete días a la semana, durante doscientos días consecutivos. ¿Y qué ocurrió? Fuera del distrito 144, donde la labor policial continuaba inalterada, la delincuencia siguió igual de mal. Pero ¿y dentro? El trabajo policial reenfocado sirvió para reducir los delitos con arma de fuego — tiroteos, homicidios, heridos— a la mitad.
Malcolm Gladwell
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