lunes, 20 de diciembre de 2021

 ¿Fútil? Por primera vez en la historia, somos en realidad lo bastante ricos para financiar una renta básica considerable. Podemos deshacernos del embrollo burocrático diseñado para obligar a los que reciben asistencia a conseguir empleos de baja productividad a cualquier precio, y podemos ayudar a financiar el nuevo sistema simplificado eliminando también el laberinto de desgravaciones y deducciones fiscales. Otros fondos necesarios pueden obtenerse mediante impuestos aplicados a los patrimonios, los residuos, la materias primas y el consumo. Analicemos los números. Erradicar la pobreza en Estados Unidos costaría sólo 175 mil millones de dólares, es decir, menos del 1% del PIB. 83 Esto equivale aproximadamente a una cuarta parte del gasto militar del país. Ganar la guerra contra la pobreza sería una ganga en comparación con las guerras en Afganistán e Irak, cuyo coste estimó un estudio de Harvard en la asombrosa cifra de entre 4 y 6 billones de dólares. 84 De hecho, todos los países desarrollados del mundo disponen desde hace años de los medios necesarios para acabar con la pobreza. 85 Sin embargo, un sistema que ayuda sólo a los pobres amplía la brecha entre ellos y el resto de la sociedad. «Una política para los pobres es una pobre política», señaló el gran teórico del estado del bienestar británico Richard Titmuss. Es un hábito arraigado entre los políticos de izquierdas hacer que todos los planes, todos los créditos y todas las prestaciones dependan de la renta. El problema es que esa forma de actuar es contraproducente. En un artículo ahora famoso, publicado a finales de los años noventa, dos sociólogos suecos demostraron que los países con los programas gubernamentales más universales han sido los que han tenido más éxito en la reducción de la pobreza. 86 En esencia, la gente está más dispuesta a ser solidaria si se beneficia personalmente. Cuanto más nos beneficiamos nosotros, nuestra familia y nuestros amigos del estado del bienestar, más dispuestos estamos a contribuir. 87 Por lo tanto, es lógico suponer que una renta básica universal sin condiciones también gozaría de una base de apoyo muy amplia. Al fin y al cabo, beneficia a todo el mundo. 88 ¿Peligrosa? Desde luego, algunas personas optarían por trabajar menos, pero precisamente de eso se trata. Unos cuantos artistas y escritores («todos aquellos a los que la sociedad desprecia mientras están vivos y honra cuando están muertos», en palabras de Bertrand Russell) podrían abandonar por completo el trabajo remunerado. Hay pruebas abrumadoras de que en realidad la inmensa mayoría de la gente desea trabajar, tanto si lo necesita como si no. 89 No tener trabajo, de hecho, nos hace profundamente desdichados. 90 Uno de los beneficios de una renta básica es que liberaría a los pobres de la trampa de las ayudas sociales y los alentaría a buscar un trabajo remunerado con auténticas oportunidades de crecimiento y progreso. Como la renta básica sería incondicional y no se retiraría ni se reduciría en caso de obtener empleo remunerado, las circunstancias de los beneficiarios sólo podrían mejorar. ¿Perversa? Al contrario, es el sistema de bienestar social el que se ha convertido en un monstruo perverso de control y humillación. Las funcionarios controlan a los receptores de ayudas públicas a través de Facebook para comprobar si se gastan el dinero con sensatez, y pobre de aquel que se atreva a realizar trabajo voluntario no autorizado. Se necesita un ejército de trabajadores de servicios sociales para guiar a la gente a través de la selva de los trámites de idoneidad, solicitud, aprobación y reocupación. Y luego hay que movilizar al cuerpo de inspectores para que revise a conciencia el papeleo. El estado del bienestar, que debería fomentar el sentido de seguridad y orgullo de la gente, ha degenerado en un sistema de suspicacia y vergüenza. Es un pacto grotesco entre derecha e izquierda. «La derecha teme que las personas dejen de trabajar —se lamenta Evelyn Forget, la profesora canadiense— y la izquierda no confía en que sepan tomar sus propias decisiones.» 91 Un sistema de renta básica sería una solución mejor. En términos de redistribución, cumpliría las exigencias de justicia que pide la izquierda; en lo que respecta al régimen de interferencia y humillación, satisfaría a la derecha porque supondría una intervención gubernamental más limitada que nunca.

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