miércoles, 30 de junio de 2021

 Grandes zonas del lecho del mar del Norte se dejan limpias mediante redes de manga hasta siete veces al año, un grado de perturbación que ningún otro sistema puede soportar. Se están sobreexplotando dos tercios de las especies del mar del Norte como mínimo, según numerosas estimaciones. Las cosas no están mejor al otro lado del Atlántico. El hipogloso era en otros tiempos tan abundante en las costa de Nueva Inglaterra que un barco podía pescar hasta 8.000 kilos al día. Ahora, el hipogloso casi se ha extinguido en la costa noreste de Estados Unidos. Pero no hay nada comparable al destino del bacalao. A finales del siglo XV, el explorador John Cabot encontró bacalao en cantidades increíbles en los bancos orientales de Norteamérica, zonas de aguas poco profundas muy atractivas para los peces que se alimentan en el lecho del mar, como el bacalao. Había tantos bacalaos, según el asombrado Cabot, que los marineros los recogían en cestos. Algunos bancos eran inmensos. Georges Banks, en la costa de Massachusetts, es mayor que el estado con que linda. El de Grand Bank, de la costa de Terranova, es todavía mayor y estuvo durante siglos siempre lleno de bacalao. Se creía que eran bancos inagotables. Sin embargo, se trataba, por supuesto, de cualquier otra cosa menos eso. En 1960 se calculaba que el número de ejemplares de bacalao que desovaban en el Atlántico Norte había disminuido en 1,6 millones de toneladas. En 1990, la disminución había alcanzado la cantidad de 22.000 toneladas. El bacalao se había extinguido a escala comercial. «Los pescadores —escribió Mark Kurlansky en su fascinante historia El Bacalao— habían capturado a todos». El bacalao puede haber perdido el Atlántico Occidental para siempre. En 1992 se paralizó por completo su pesca en Grand Bank, pero en el otoño del año 2002, según un informe de Nature, aún no se habían recuperado las reservas. Kurlansky explica que el pescado de los filetes de pescado o de los palitos de pescado era en principio de bacalao, pero luego se sustituyó por el abadejo, más tarde por el salmón y últimamente por el polaquio del Pacífico. En la actualidad, comenta escuetamente: «Pescado es cualquier cosa que quede»

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