sábado, 29 de mayo de 2021

 La usura (cobrar unos tipos de interés desorbitados), por supuesto, no se limita a Estados Unidos. De hecho, por todo el mundo los pobres se están cargando de deudas como consecuencia de la difusión del mismo capitalismo granuja. India tuvo su propia versión de una crisis de las hipotecas de alto riesgo: los planes de microcréditos, que tuvieron un enorme éxito, que proporcionaron créditos a los agricultores pobres y que transformaron sus vidas, se pervirtieron cuando se introdujo el móvil del beneficio. Los planes de microcréditos, inicialmente desarrollados por Muhammad Yunus, del Grameen Bank, y sir Fazle Hasan Abed, del BRAC de Bangladesh, transformaron la vida de millones de personas al conceder acceso a pequeños créditos a los más pobres, que nunca habían tenido tratos con un banco. Las mujeres eran las principales beneficiarias. Al poder criar gallinas y emprender otras actividades productivas, las mujeres conseguían mejorar el nivel de vida de sus familias y sus comunidades. Pero entonces los bancos con ánimo de lucro descubrieron que «había dinero en la base de la pirámide». La gente de clase más baja tenía poco dinero, pero era tan numerosa que valía la pena quitarle a cada uno una pequeña cantidad. Los bancos de todo el mundo acogieron con entusiasmo las microfinanzas para los pobres. En India, los bancos aprovecharon las nuevas oportunidades, al darse cuenta de que las familias pobres estaban dispuestas a pagar altos tipos de interés por unos créditos destinados no solo a mejorar sus condiciones de vida, sino también para comprar medicinas para sus padres enfermos o para financiar la boda de una hija. Podían camuflar esos créditos bajo el manto de la virtud cívica, calificándolos de «microcréditos», como si fueran lo mismo que estaban haciendo el banco Grameen y el BRAC en la vecina Bangladesh, hasta que una oleada de suicidios de agricultores sobrecargados de deudas llamó la atención sobre el hecho de que no eran lo mismo.

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