sábado, 29 de mayo de 2021

 La mercantilización del trabajo de la mujer dio lugar a las nuevas pautas de crianza de los hijos, que reflejaban el avance del desarrollo capitalista. A medida que las parejas pasan más tiempo trabajando tienen menos tiempo para dedicarlo a los hijos, lo que significa que deben externalizar la crianza, bien sea en el mercado o en el Estado. Desde luego, muchas parejas no tienen ningún hijo y dedican todo su tiempo a las exigencias y a los atractivos, según sea el caso, del trabajo y el consumo. Por lo general, los hijos son más numerosos entre los sectores menos educados y más pobres, que tienen pocas perspectivas de éxito fuera de la familia. Aunque entre las clases medias la precariedad laboral pospone el nacimiento de los hijos, tiene poca o ninguna influencia entre las clases más desfavorecidas. Las familias en situaciones de precariedad, por su parte, tienen comparativamente muchos hijos, ya que el número de parejas en edad reproductiva que se casan está descendiendo en una era de individualización y creciente flexibilidad de las relaciones sociales. Por ello, las sociedades capitalistas contemporáneas que quieran aumentar la natalidad deben prepararse para que una creciente proporción de niños y niñas nazcan de madres solteras, que, evidentemente, tienen un elevado riesgo de pobreza. Especialmente en Europa, la asistencia pública se ha convertido de esta manera en la principal política familiar de facto, ya que realmente paga a las madres para que se dediquen a tiempo completo a la crianza de los niños. Los responsables de las políticas del mercado laboral consideran desafortunado este resultado, ya que se empeñan en elevar el nivel de la participación a jornada completa de la mujer en el mercado laboral para equipararlo al de los hombres. También lo consideran desastroso quienes se preocupan por el suministro de la clase de «capital humano», que se considera necesario para hacer que las economías nacionales sean productivas y competitivas. Como respuesta a ello, para reducir la cuota de niños económicamente no deseados los gobiernos tienen que tomar medidas para cambiar la natalidad de las clases bajas a las medias, en un esfuerzo de lo que podría considerarse eugenesia social. Pero para compensar los atractivos de las carreras profesionales y del consumo en las familias de clase media con dos sueldos, los incentivos financieros deben ser fuertes y el gasto que suponen no solamente va en contra de la austeridad fiscal, sino que también tiene que ser tan descaradamente regresivo que en algún momento puede ser difícil de defender políticamente

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