¿Está llegando el capitalismo a su fin? El problema es que, mientras lo vemos desintegrarse ante nuestros ojos, no vemos aparecer en escena ningún aspirante a sucederle globalmente. Como ya he dicho, por desintegración entiendo un declive ya muy avanzado en la capacidad del capitalismo como régimen económico para sostener una sociedad estable. La sociedad capitalista se está desintegrando, pero no bajo el impacto de una oposición organizada que luche en nombre de un orden social mejor, sino más bien desde dentro, debido al éxito del capitalismo y a las contradicciones internas intensificadas por ese éxito; el capitalismo ha superado a sus oponentes y en ese proceso se ha hecho más capitalista de lo que le convenía. Bajo crecimiento, grotesca desigualdad y montañas de deuda; neutralización del motor del progreso capitalista de posguerra, la democracia, sustituida por el neofeudalismo oligárquico; derribo por la «globalización» de las barreras sociales contra la mercantilización del trabajo, la tierra y el dinero; y desórdenes sistémicos como la corrupción infecciosa en la lucha competitiva por recompensas cada vez mayores para el éxito individual, con la consiguiente cultura de la degradación moral y rápida propagación de la anarquía internacional: todos esos factores han desestabilizado profundamente la vida social tal como se asentó en los principales centros capitalistas después de la guerra, sin que se atisbe ni un indicio de cómo se podría restaurar su estabilidad.
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