Resumiendo, la vida social y la acumulación de capital durante el interregno poscapitalista dependen de que los individuos-consumidores se adhieran a una cultura de hedonismo competitivo, que hace virtud de la necesidad de tener que luchar, cada uno con sus propias fuerzas, contra la adversidad y la incertidumbre. Para que la acumulación de capital se mantenga bajo el poscapitalismo, esa cultura debe hacer obligatorias la esperanza y las ensoñaciones, movilizar esperanzas y sueños para sostener la producción y fomentar el consumo, pese a su bajo crecimiento y a la creciente desigualdad y endeudamiento. También debe proporcionar asistencia técnica que permita a la gente mantenerse irrazonablemente feliz y, al mismo tiempo, producir una corriente de incentivos y satisfacciones que la induzca a intensificar constantemente su esfuerzo laboral independientemente del estancamiento o de la disminución de la remuneración, las horas extraordinarias no pagadas y la precariedad del empleo. El capitalismo sin integración sistémica requiere un mercado de trabajo y un proceso laboral capaces de sostener una ética de trabajo neoprotestante junto a un consumismo hedonista socialmente obligatorio. El trabajo duro entusiasta debe ser culturalmente definido y reconocido como prueba y demostración del valor individual, en correspondencia con una cosmovisión meritocrática, que explica la desigualdad por las diferencias en el esfuerzo o la capacidad. Para que el hedonismo no socave la disciplina productiva, como nada menos que Daniel Bell temía que sucediera, los atractivos del consumismo deben ser complementados con el temor al declive social, mientras que las gratificaciones no consumistas obtenibles fuera de la economía monetaria deben ser descartadas y desacreditadas. Todo esto supone la presencia de una amplia clase media dispuesta a buscar la integración social a través del mercado de trabajo, aceptando sin cuestionarse las expectativas de los patronos de una plena identificación con los empleos que se les asignen y dando por sentada la necesidad para la vida social del respeto a la primacía del trabajo esforzado y la búsqueda, así se espera, de carreras que estructuren la vida.
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