Lo que puede esperar un país latinoamericano de un partido de derecha proyanqui es, en términos históricos y estructurales, una recolonización disfrazada de modernización. Te explico por partes:
1. Sumisión económica
Cuando una derecha subordinada a Washington asume el poder, lo primero que suele ocurrir es la entrega del aparato productivo nacional a intereses extranjeros.
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Se abren los mercados bajo el argumento del “libre comercio”, pero en realidad se destruye la industria local.
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Se privatizan los recursos naturales —agua, litio, petróleo, bosques—, con contratos ventajosos para las corporaciones estadounidenses o sus filiales europeas.
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Se impone el dogma del “ajuste fiscal”, que no es otra cosa que recortar derechos sociales para asegurar el pago puntual de la deuda externa.
En suma: la soberanía económica se convierte en un franquiciado del capital extranjero.
2. Dependencia política
Un gobierno proyanqui se comporta como una administración delegada. Su política exterior es un eco del Departamento de Estado:
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Condena a Cuba, Venezuela o Nicaragua sin analizar nada, porque así lo dicta Washington.
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Rompe lazos con países no alineados, como China, Rusia o Irán, aunque eso signifique perder inversiones o mercados.
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Se pliega a sanciones, votaciones y operaciones de la OTAN, incluso sin que haya interés nacional alguno.
Es decir, deja de ser un Estado soberano para convertirse en una oficina regional del imperio.
3. Represión interna
La derecha necesita ordenar la desigualdad por la fuerza. Por eso:
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Criminaliza la protesta social y militariza las calles.
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Persigue sindicatos, movimientos indígenas y estudiantiles.
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Utiliza los medios hegemónicos para instalar el miedo: “los comunistas vienen por tus ahorros”, “los indígenas paralizan la economía”, “los pobres son violentos”.
El resultado: un clima de neoliberalismo armado.
4. Colonización cultural
Mientras tanto, la derecha proyanqui promueve una americanización mental:
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Hollywood como modelo de éxito, consumo y belleza.
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El inglés como signo de prestigio.
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El desprecio por lo propio: por el acento, la historia, la comida, los héroes nacionales.
El proyecto final es borrar la identidad latinoamericana para fabricar consumidores obedientes, no ciudadanos pensantes.
5. La gran promesa vacía
En resumen:
Un partido de derecha proyanqui en América Latina es la versión contemporánea del virrey colonial. Habla el idioma del mercado, pero obedece las órdenes del imperio.
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