domingo, 9 de noviembre de 2025

 Los autores del Proyecto Índice de Bienestar de Niños y Jóvenes de la Universidad de Duke han dado a conocer recientemente que «la salud de los niños ha alcanzado su punto más bajo en los treinta años de historia del Índice». Casi ocho millones de niños estadounidenses sufren trastornos mentales, con un aumento de más del 49 por ciento en las recetas de medicamentos psicotrópicos entre 2000 y 2003. También se ha observado un descenso del 50 por ciento, entre 1997 y 2003, en la proporción de niños de entre nueve y doce años que afirmaron dedicar tiempo a hacer excursiones, caminar, ocuparse del jardín, etc., según un estudio de Sandra Hofferth, catedrática de investigación en el Maryland Population Research Center (Centro de Investigación de Población de Maryland) y experta en cómo invierten los niños su tiempo. En Escocia, otro grupo de investigadores llegó a una conclusión similar colocando pequeños dispositivos en la cintura de setenta y ocho niños de tres años durante una semana; concluyeron que los pequeños tan solo dedicaban unos veinte minutos al día a realizar actividades físicas.Los niños estadounidenses son mucho más propensos a sufrir abusos físicos que los niños de otros países desarrollados. Entre 1994 y 2004, alrededor de veinte mil niños estadounidenses fueron asesinados por familiares en sus propios hogares. Esta cifra es cuatro veces mayor al número de soldados estadounidenses que murieron en Irak y Afganistán durante el mismo periodo, según datos recogidos por Michael Petit, presidente de Every Child Matters. El índice de mortalidad por malos tratos en Estados Unidos es tres veces superior al de Canadá y once veces superior al de Italia.

Petit, no obstante, no culpa a los padres, que se enfrentan a un sistema social que en el mejor de los casos es defectuoso y, en el peor, patológico. Cuando no se recibe un apoyo significativo por parte de la sociedad y hay que tener dos trabajos para poder pagar la guardería, nadie puede culpar a los padres de dejar a sus hijos frente a la televisión, alimentarlos con lo que puedan permitirse y no querer pasar la noche consolándolos cuando están intranquilos. Muchas sociedades progresistas europeas tienen políticas que reproducen los valores cazadores-recolectores, asegurando el apoyo de la comunidad a los padres mediante generosos permisos de maternidad y paternidad, cuidados médicos e infantiles subvencionados y educación gratuita.
Los padres en Estados Unidos y en otras sociedades menos próximas a los valores comunitarios y profundamente humanos sufren no porque sean malos padres, sino porque su cultura les impone exigencias y expectativas extremadamente poco realistas, abandonándolos cuando más ayuda precisan. Estados Unidos tiene uno de los índices de pobreza infantil relativa más altos del mundo desarrollado, según Unicef, que ha concluido que el mayor bienestar material de los niños se encuentra en los Países Bajos y en los cuatro países nórdicos, y el más bajo en Letonia, Lituania, Rumanía y Estados Unidos.
Christopher Ryan 

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