¿Te has dado cuenta de que los millonarios aman decir que “se hicieron solos”?
¡Soles de su propio sistema solar!
Según ellos, nacieron en una caja de cartón, con un clip oxidado y una idea brillante, y ¡pum! construyeron un imperio.
Déjame decirlo claro:
La riqueza no se crea en soledad; se crea en sociedad.
Y eso, amigo, les arde más que pagar impuestos… que, por cierto, tampoco quieren pagar.
Porque
el millonario típico—no diré nombres, pero digamos que rima con
“Malinas Plego”—vive de carreteras que él no construyó, de trabajadores
que él no educó, de seguridad pública que él no financia, y de clientes
que tienen dinero porque alguien más les pagó un salario.
Pero aun así se creen El Mesías del Emprendimiento.
Y luego tienen el descaro de decirte:
“Si trabajas duro, tú también puedes ser como yo.”
¡Claro!
Siempre y cuando nazcas sin deudas, con conexiones, capital, abogados,
contadores, outsourcing, exenciones fiscales, contratos públicos, y un
ejército de lambiscones diciéndote que eres un genio.
La sociedad construye la riqueza.
El millonario solo firma el recibo y se toma la foto.
Pero diles eso y se ofenden.
Es como entrar a su fiesta y recordarles que la música, la mesa, las bebidas y la casa… no las pusieron ellos.
Solo llegaron temprano y escondieron las llaves.
No hay comentarios:
Publicar un comentario