domingo, 9 de noviembre de 2025


 

1. Milei bailando con la bandera de EE. UU. detrás

Ese gesto no es un simple “momento divertido”. Es un acto cargado de simbolismo político:

  • La bandera estadounidense detrás de él es una puesta en escena de subordinación ideológica. Indica admiración, alineamiento o incluso dependencia simbólica hacia Estados Unidos.
  • Bailar ahí mismo convierte un acto político serio en espectáculo mediático, casi circense, lo que refleja una estrategia muy común hoy en día: politizar el entretenimiento y entretener la política.

En otras palabras: Milei no solo está mostrando sus ideas, sino que se convierte en el bufón de su propio culto político, mezclando lo patético y lo estratégico.


2. Vicky Dávila diciendo que sería “consentida de Trump”

Aquí tenemos un caso clásico de sumisión mediática y fetichismo del poder:

  • La frase revela cómo ciertos sectores de la prensa no solo reportan, sino que idealizan y admiran el poder, incluso el de personajes controvertidos como Trump.
  • Es una forma de legitimar autoritarismos extranjeros a través del elogio personal y la identificación emocional: “yo también quiero estar del lado del que manda”.
  • En Latinoamérica, esta mezcla de periodismo y espectáculo refuerza la idea de que la política se percibe más como entretenimiento que como responsabilidad social.

3. El surrealismo latinoamericano

Cuando juntamos estos elementos, el cuadro se ve así:

  • Líder político haciendo un acto casi circense con símbolos extranjeros.
  • Periodista famosa declarando sumisión y admiración personal hacia un gobernante extranjero.
  • Ciudadanos observando, confundidos entre risa, indignación y fascinación.

Esto es el surrealismo político que caracteriza a la región: una mezcla de teatralidad, culto a la personalidad y referencias externas que parecen importadas y descontextualizadas, pero que funcionan como un espectáculo que mantiene a la audiencia atrapada.


4. Reflexión final

Más allá de la risa o la indignación, estos actos revelan algo profundo:

  • La dependencia simbólica hacia poderes extranjeros, incluso en figuras que se presentan como “anti-sistema”.
  • La confusión entre política seria y entretenimiento mediático.
  • La complicidad de los medios que, al celebrar o minimizar estos gestos, normalizan la sumisión y el absurdo.

En pocas palabras: es un circo político donde los roles de poder y sumisión se mezclan con la comedia y el surrealismo, y nosotros estamos ahí para analizarlo mientras otros aplauden.

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