Complicidad pasiva: la sombra ética detrás del apoyo
A
menudo pensamos que la responsabilidad ética recae únicamente sobre
quienes cometen actos abiertamente dañinos. Sin embargo, existe un
fenómeno más sutil y extendido: la complicidad pasiva, aquella que nace
del apoyo, la indiferencia o la tolerancia hacia personas cuyas acciones
y valores son cuestionables. No es necesario levantar un arma, dictar
un decreto cruel o pronunciar un discurso de odio: a veces basta con
respaldar económicamente, socialmente o políticamente a alguien para
volverse cómplice de sus actos.
El
caso de figuras contemporáneas poderosas ilustra esta dinámica. Muchos
apoyan a líderes por conveniencia, beneficio o pragmatismo, aunque no
compartan su misoginia, racismo, violencia verbal o persecución
ideológica. Este apoyo pragmático puede parecer inocuo, pero permite que
comportamientos dañinos se perpetúen, normalizando prácticas que
deberían ser cuestionadas. En términos morales, esta complicidad pasiva
genera una responsabilidad indirecta: aunque no apruebes la conducta de
la persona, tu respaldo contribuye a que esa conducta tenga
consecuencias reales y sostenibles.
La
historia demuestra que la complicidad pasiva ha estado presente en los
momentos más oscuros. Desde la Alemania nazi hasta las dictaduras
latinoamericanas del siglo XX, muchos ciudadanos, funcionarios y
empresarios no compartían la ideología totalitaria o las atrocidades
cometidas, pero su silencio, su cooperación o su respaldo económico y
social permitieron que los crímenes continuaran. No fueron los
perpetradores directos, pero sí sostuvieron la maquinaria de violencia y
opresión. La pasividad se convirtió en un aliado silencioso de la
injusticia.
Reconocer la
complicidad pasiva exige honestidad y autocrítica. Implica cuestionar no
solo a quién apoyamos, sino también cómo nuestro respaldo puede
amplificar el daño, aunque nuestra intención sea neutral o pragmática.
El desafío ético consiste en evaluar nuestras alianzas y decidir si el
beneficio que buscamos justifica la sombra moral que proyectamos.
Porque, al final, la indiferencia y la tolerancia frente a la injusticia
no nos eximen de responsabilidad, solo la disimulan bajo la apariencia
de neutralidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario