viernes, 19 de septiembre de 2025

 Crisis en Argentina: causas de un desplome anunciado


La reciente caída de la Bolsa argentina, que acumula pérdidas cercanas al 30 % en lo que va del año y la colocan entre las peores del mundo, junto con la escalada del dólar a niveles históricos, no es un hecho aislado ni producto de un único factor. Es el resultado de un entramado complejo donde confluyen debilidades estructurales, decisiones políticas y dinámicas externas.


1. Fragilidad estructural de la economía argentina

Argentina arrastra desde hace décadas problemas que funcionan como trampas recurrentes:

Alta inflación crónica, que erosiona la capacidad de ahorro y debilita la confianza en la moneda local.

Dependencia del endeudamiento externo, que expone al país a la volatilidad financiera global.

Déficit fiscal persistente, con un gasto público difícil de financiar sin emisión monetaria o deuda.

Institucionalidad frágil, donde cambios de gobierno suelen implicar giros drásticos en las reglas de juego.


Estos elementos generan un terreno inestable: cualquier shock político o económico tiende a amplificarse más de lo que ocurriría en economías más sólidas.

2. Factores coyunturales y políticos

El contexto de 2025 agudizó esos problemas de fondo:

Incertidumbre política: la derrota del oficialismo en elecciones clave (como Buenos Aires) encendió alarmas entre inversores sobre la capacidad del gobierno de sostener su agenda reformista. La política se tradujo en volatilidad financiera inmediata.

Tensiones internas en el oficialismo: las dificultades para implementar reformas estructurales generan dudas sobre la sostenibilidad del programa económico.

Relación con organismos internacionales: las negociaciones con el FMI y otros acreedores no han dado señales claras de estabilidad a largo plazo, lo que suma incertidumbre.

En este escenario, cada señal política adversa se traduce en fuga de capitales, presión sobre el dólar y ventas masivas en la bolsa.

3. Dinámica del mercado cambiario

El dólar en Argentina no es un valor único, sino un sistema de múltiples cotizaciones (oficial, paralelo, financiero, exportador). Esta fragmentación:

Alimenta expectativas especulativas, donde cada sector busca resguardarse en la divisa más estable.

Genera brechas cambiarias que desalientan inversiones y estimulan la dolarización de carteras.

Refleja la desconfianza en el peso, que se acentúa cada vez que hay turbulencias políticas.


El alza del dólar no es solo un fenómeno financiero: repercute en precios internos, alimentando la inflación y deteriorando aún más el poder adquisitivo.

4. Contexto internacional

Aunque la crisis tiene un fuerte componente interno, no puede desligarse de factores externos:

Alza global de tasas de interés: los capitales buscan refugio en mercados más seguros, retirándose de economías emergentes como la argentina.

Volatilidad en materias primas: la dependencia argentina de exportaciones agrícolas hace que cualquier baja en precios internacionales afecte la balanza comercial y la entrada de divisas.

Estos factores actúan como aceleradores de un proceso que ya estaba en marcha.

5. Entre la corrupción y la mala gestión

Las críticas hacia la corrupción y la mala gestión no son meros slogans políticos: forman parte de la explicación. La falta de transparencia en el uso de recursos públicos, los cambios de reglas a mitad de camino y la desconfianza en las instituciones refuerzan la percepción de riesgo. En un país con fragilidad estructural, la confianza es un recurso tan valioso como escaso.

Conclusión

La crisis bursátil y cambiaria argentina no se explica solo por un desplome repentino ni por un error puntual de política económica. Es la confluencia de problemas históricos no resueltos, errores de gestión recientes, y factores externos adversos.

En este contexto, hablar de “mala gestión y corrupción” como causas no es incorrecto, pero sí insuficiente. La verdadera explicación requiere mirar cómo cada crisis coyuntural se monta sobre una estructura económica frágil, alimentada por la falta de consensos de largo plazo.

Argentina no está condenada a la inestabilidad, pero mientras la política se mueva en el cortoplacismo y el péndulo de medidas extremas, la historia tenderá a repetirse con la misma crudeza.


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