El mito de que el gobierno no está para generar riqueza
En
el debate público suele repetirse una frase convertida en dogma: “el
gobierno no está para generar riqueza, sino para dar servicios”. Esta
idea, que aparenta sentido común, en realidad funciona como un
dispositivo ideológico: limita las expectativas ciudadanas respecto al
papel del Estado y justifica políticas que transfieren la creación de
riqueza casi exclusivamente al sector privado. Sin embargo, la historia
económica demuestra lo contrario: los gobiernos no solo pueden generar
riqueza, sino que muchas veces han sido los principales motores de ella.
1. El origen del mito
El
argumento de que el gobierno no debe generar riqueza proviene del
neoliberalismo de finales del siglo XX. Se instaló la idea de que la
“mano invisible” del mercado sería más eficiente para producir, mientras
el Estado debía reducirse a un administrador de servicios básicos:
salud, seguridad y justicia. Esta visión fue impulsada por organismos
internacionales como el FMI y el Banco Mundial, y adoptada en América
Latina bajo el llamado “Consenso de Washington”. El resultado fue un
proceso de privatización masiva de empresas estatales y una reducción
deliberada de la capacidad productiva del Estado.
2. La historia contradice al mito
La evidencia histórica demuestra que los Estados han jugado un papel central en la generación de riqueza:
China:
En apenas 40 años, pasó de ser un país rural empobrecido a convertirse
en la segunda potencia económica del mundo gracias a un modelo donde el
Estado no se limitó a “dar servicios”, sino que dirigió inversiones,
controló sectores estratégicos (energía, telecomunicaciones, banca) y
fomentó la innovación. Hoy, las empresas estatales chinas son
responsables de una parte fundamental del PIB.
Estados
Unidos: Paradójicamente, la cuna del capitalismo es también ejemplo de
intervención estatal para crear riqueza. Internet, el GPS, la
biotecnología y gran parte de la industria aeroespacial nacieron de
proyectos financiados por el gobierno. Como lo muestra la economista
Mariana Mazzucato, sin la inversión pública en investigación y
desarrollo, Silicon Valley no existiría.
México:
En el siglo XX, la creación de empresas estatales como PEMEX, CFE o
Ferrocarriles Nacionales no solo generó empleo, sino que constituyó
pilares de la economía nacional. Durante décadas, estas empresas
financiaron gran parte del gasto público y permitieron una cierta
soberanía económica.
3. El gobierno como inversor estratégico
Pensar
que el Estado no debe generar riqueza es aceptar que la sociedad
renuncie a sus propios recursos colectivos. La riqueza pública puede
materializarse en varias formas:
Empresas estatales rentables que reinvierten utilidades en beneficio social (ejemplo: Noruega con su fondo petrolero).
Inversión en ciencia y tecnología, que siembra el terreno para nuevas industrias.
Obras
de infraestructura que no solo son “servicios”, sino plataformas
productivas para la economía entera (carreteras, puertos, trenes,
energía).
4. El mito como estrategia política
Decir
que el gobierno no debe generar riqueza sirve a intereses privados que
desean mantener el monopolio de la ganancia. Si el Estado renuncia a
producir, el mercado se convierte en único protagonista, y la riqueza
creada colectivamente se concentra en unas cuantas manos. En este
sentido, el mito funciona como un cerrojo ideológico: invisibiliza la
posibilidad de un Estado emprendedor, capaz de redistribuir y
democratizar la economía.
5. Hacia un nuevo paradigma
Hoy,
frente a crisis como el cambio climático o la desigualdad, la pregunta
no es si el Estado debe generar riqueza, sino qué tipo de riqueza y para
quién. Los gobiernos pueden liderar la transición hacia energías
limpias, impulsar economías locales y garantizar que el excedente
económico se reinvierta en el bienestar social. Renunciar a esa tarea
sería dejar la riqueza en manos de quienes solo buscan maximizar
ganancias sin importar las consecuencias colectivas.
Conclusión
El
mito de que el gobierno no está para generar riqueza sino solo dar
servicios es una trampa conceptual. La historia y la evidencia muestran
que los Estados han sido, y deben seguir siendo, motores de creación de
riqueza. La verdadera discusión no es si el gobierno debe generar
riqueza, sino cómo hacerlo de manera justa, sostenible y en beneficio de
la mayoría.
El gobierno de China sí genera riqueza de manera directa, y de hecho ese es uno de los pilares de su modelo. Te lo pongo claro:
1. Estado empresario
China mantiene empresas estatales gigantes en sectores clave: energía, telecomunicaciones, transporte, banca, acero, etc.
Estas empresas no son solo reguladoras, sino productoras directas de riqueza.
Ejemplo: Sinopec (petróleo) y State Grid (energía eléctrica) están entre las empresas más grandes del mundo.
2. Planificación estratégica
El
Partido Comunista no deja la economía al “azar del mercado”, sino que
fija planes quinquenales para decidir en qué sectores invertir:
tecnología, inteligencia artificial, energías renovables,
semiconductores.
Eso
significa que el gobierno dirige la creación de riqueza hacia áreas
estratégicas, en lugar de esperar que el capital privado lo haga.
3. Alianza Estado–mercado
Aunque
hay capitalismo privado (Alibaba, Tencent, Huawei), esas empresas están
bajo la línea del Estado: no pueden crecer por encima de la lógica
política del Partido.
Así, el gobierno no solo regula: también absorbe, limita o impulsa a las empresas según el interés nacional.
4. Inversión en infraestructura
Carreteras, trenes de alta velocidad, megaproyectos tecnológicos: todo eso se financia con capital estatal.
Esto no solo mueve la economía, sino que eleva la competitividad general del país.

El
gobierno de China no solo “crea condiciones”, sino que es un actor
económico central que produce, invierte y orienta la riqueza. Ese modelo
se llama a veces capitalismo de Estado o socialismo con características
chinas.
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