domingo, 21 de septiembre de 2025

El mito de que el gobierno no está para generar riqueza

En el debate público suele repetirse una frase convertida en dogma: “el gobierno no está para generar riqueza, sino para dar servicios”. Esta idea, que aparenta sentido común, en realidad funciona como un dispositivo ideológico: limita las expectativas ciudadanas respecto al papel del Estado y justifica políticas que transfieren la creación de riqueza casi exclusivamente al sector privado. Sin embargo, la historia económica demuestra lo contrario: los gobiernos no solo pueden generar riqueza, sino que muchas veces han sido los principales motores de ella.

1. El origen del mito

El argumento de que el gobierno no debe generar riqueza proviene del neoliberalismo de finales del siglo XX. Se instaló la idea de que la “mano invisible” del mercado sería más eficiente para producir, mientras el Estado debía reducirse a un administrador de servicios básicos: salud, seguridad y justicia. Esta visión fue impulsada por organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, y adoptada en América Latina bajo el llamado “Consenso de Washington”. El resultado fue un proceso de privatización masiva de empresas estatales y una reducción deliberada de la capacidad productiva del Estado.

2. La historia contradice al mito

La evidencia histórica demuestra que los Estados han jugado un papel central en la generación de riqueza:

China: En apenas 40 años, pasó de ser un país rural empobrecido a convertirse en la segunda potencia económica del mundo gracias a un modelo donde el Estado no se limitó a “dar servicios”, sino que dirigió inversiones, controló sectores estratégicos (energía, telecomunicaciones, banca) y fomentó la innovación. Hoy, las empresas estatales chinas son responsables de una parte fundamental del PIB.

Estados Unidos: Paradójicamente, la cuna del capitalismo es también ejemplo de intervención estatal para crear riqueza. Internet, el GPS, la biotecnología y gran parte de la industria aeroespacial nacieron de proyectos financiados por el gobierno. Como lo muestra la economista Mariana Mazzucato, sin la inversión pública en investigación y desarrollo, Silicon Valley no existiría.

México: En el siglo XX, la creación de empresas estatales como PEMEX, CFE o Ferrocarriles Nacionales no solo generó empleo, sino que constituyó pilares de la economía nacional. Durante décadas, estas empresas financiaron gran parte del gasto público y permitieron una cierta soberanía económica.

3. El gobierno como inversor estratégico

Pensar que el Estado no debe generar riqueza es aceptar que la sociedad renuncie a sus propios recursos colectivos. La riqueza pública puede materializarse en varias formas:

Empresas estatales rentables que reinvierten utilidades en beneficio social (ejemplo: Noruega con su fondo petrolero).

Inversión en ciencia y tecnología, que siembra el terreno para nuevas industrias.

Obras de infraestructura que no solo son “servicios”, sino plataformas productivas para la economía entera (carreteras, puertos, trenes, energía).

4. El mito como estrategia política

Decir que el gobierno no debe generar riqueza sirve a intereses privados que desean mantener el monopolio de la ganancia. Si el Estado renuncia a producir, el mercado se convierte en único protagonista, y la riqueza creada colectivamente se concentra en unas cuantas manos. En este sentido, el mito funciona como un cerrojo ideológico: invisibiliza la posibilidad de un Estado emprendedor, capaz de redistribuir y democratizar la economía.

5. Hacia un nuevo paradigma

Hoy, frente a crisis como el cambio climático o la desigualdad, la pregunta no es si el Estado debe generar riqueza, sino qué tipo de riqueza y para quién. Los gobiernos pueden liderar la transición hacia energías limpias, impulsar economías locales y garantizar que el excedente económico se reinvierta en el bienestar social. Renunciar a esa tarea sería dejar la riqueza en manos de quienes solo buscan maximizar ganancias sin importar las consecuencias colectivas.

Conclusión

El mito de que el gobierno no está para generar riqueza sino solo dar servicios es una trampa conceptual. La historia y la evidencia muestran que los Estados han sido, y deben seguir siendo, motores de creación de riqueza. La verdadera discusión no es si el gobierno debe generar riqueza, sino cómo hacerlo de manera justa, sostenible y en beneficio de la mayoría.

 El gobierno de China sí genera riqueza de manera directa, y de hecho ese es uno de los pilares de su modelo. Te lo pongo claro:


1. Estado empresario

China mantiene empresas estatales gigantes en sectores clave: energía, telecomunicaciones, transporte, banca, acero, etc.

Estas empresas no son solo reguladoras, sino productoras directas de riqueza.

Ejemplo: Sinopec (petróleo) y State Grid (energía eléctrica) están entre las empresas más grandes del mundo.

2. Planificación estratégica

El Partido Comunista no deja la economía al “azar del mercado”, sino que fija planes quinquenales para decidir en qué sectores invertir: tecnología, inteligencia artificial, energías renovables, semiconductores.

Eso significa que el gobierno dirige la creación de riqueza hacia áreas estratégicas, en lugar de esperar que el capital privado lo haga.


3. Alianza Estado–mercado

Aunque hay capitalismo privado (Alibaba, Tencent, Huawei), esas empresas están bajo la línea del Estado: no pueden crecer por encima de la lógica política del Partido.

Así, el gobierno no solo regula: también absorbe, limita o impulsa a las empresas según el interés nacional.

4. Inversión en infraestructura

Carreteras, trenes de alta velocidad, megaproyectos tecnológicos: todo eso se financia con capital estatal.

Esto no solo mueve la economía, sino que eleva la competitividad general del país.

👉 En conclusión:
El gobierno de China no solo “crea condiciones”, sino que es un actor económico central que produce, invierte y orienta la riqueza. Ese modelo se llama a veces capitalismo de Estado o socialismo con características chinas.

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