sábado, 5 de julio de 2025

 El racismo estructural disfrazado de humor: el caso de Hugo Aguilar y la SCJN


En los últimos días, una imagen circuló por redes sociales con la intención de burlarse de Hugo Aguilar, uno de los ministros recientemente elegidos para la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La imagen editada coloca su rostro en una botella de cerveza Indio, acompañada de un comentario de Pedro Ferriz que lo llama "patrocinador oficial de las sesiones de la SCJN". Este acto, aparentemente humorístico, ha sido celebrado por figuras como Poncho Gutiérrez, quien afirmó que "están voluntariamente derrotados". Lejos de ser una simple broma, esta representación es un ejemplo claro de racismo estructural que opera en distintos niveles dentro de la sociedad mexicana.

La burla se sostiene sobre una base simbólica que asocia la palabra "Indio" con algo vulgar, inculto o impropio para ocupar un cargo de alta jerarquía institucional. El hecho de usar la etiqueta de una cerveza popular para representar a Hugo Aguilar no es casual: se busca deslegitimarlo no por sus ideas o acciones, sino por su apariencia física y su origen social. En un país como México, donde los rasgos indígenas siguen siendo motivo de discriminación, esta imagen refuerza estereotipos históricos que consideran a lo indígena como inferior o ajeno al poder.

A nivel mediático, el involucramiento de figuras con influencia como Ferriz o Gutiérrez agrava la situación. Al difundir esta clase de contenido, no solo participan en la reproducción del racismo, sino que además lo legitiman desde posiciones de poder simbólico. La ridiculización del cuerpo y el rostro de Aguilar es una forma de decir que no pertenece a la SCJN porque no encarna el ideal blanco, urbano y clasemediero que ciertos sectores consideran adecuado para ocupar el poder judicial.

Socialmente, la celebración de esta imagen nos revela qué valores siguen operando en la conciencia colectiva. Muchas personas encuentran gracioso este tipo de contenido porque están formadas en una cultura donde lo "indio" es motivo de burla. Se trata de una violencia simbólica que funciona precisamente porque se considera normal, cotidiana, inofensiva. Pero no lo es. Cada risa valida una jerarquía racial que excluye a millones de mexicanos del reconocimiento y la dignidad.

Finalmente, en el plano institucional, la SCJN representa uno de los espacios de mayor poder en el país. Que un hombre como Hugo Aguilar llegue a ese lugar debería ser una señal de apertura y pluralidad. Pero la reacción violenta y burlesca ante su imagen demuestra que para muchos, las instituciones solo deben estar habitadas por ciertos cuerpos, ciertas formas de hablar, ciertos fenotipos. Lo que se disputa, entonces, no es solo la composición de la Corte, sino el derecho mismo a pertenecer.

Este caso deja en evidencia que el racismo estructural no necesita leyes para operar. Vive en las imágenes, en los chistes, en los silencios cómplices. Se reproduce cuando permitimos que la burla sustituya al argumento, que el color de piel pese más que las ideas, y que el privilegio se defienda con memes. Es urgente desenmascarar estos discursos y confrontarlos por lo que realmente son: actos de exclusión que debilitan nuestra democracia.

Criticar a un ministro por su desempeño es válido. Burlarse de su apariencia, no. Eso no es crítica política. Es racismo.

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