lunes, 30 de mayo de 2022

 Un agente de policía se acerca a un civil con el pretexto más tonto posible, en busca de la aguja en el pajar… con el resultado de que hay tantos inocentes atrapados en la ola de sospecha que la confianza entre la policía y la comunidad se destruye. Por eso se protestaba en las calles de Ferguson; por años y años de aguantar a agentes de policía que tomaban un jugador de baloncesto por un pederasta. ¿Pasa esto solo en Ferguson o en Prairie View? Por supuesto que no. No hay más que recordar el aumento dramático de incidencias abiertas por la policía de tráfico en Carolina del Norte. En siete años pasaron de cuatrocientas mil a ochocientas mil. Ahora bien, ¿es eso porque en ese periodo de tiempo los conductores de Carolina del Norte empezaron de repente a saltarse más semáforos en rojo, a beber más y a sobrepasar los límites de velocidad con mayor frecuencia? Por supuesto que no. Es porque la policía estatal cambió de estrategia. Empezaron a acometer muchas más búsquedas de agujas en el pajar. Dieron instrucciones a sus agentes de policía para que ignoraran la inclinación natural al sesgo de veracidad y empezasen a imaginar lo peor; que las jóvenes que vuelven de entrevistas de trabajo pueden estar armadas y ser peligrosas o que los jóvenes que se sientan a recuperar el resuello después de dar algunos botes al balón pueden ser pederastas. ¿Cuántas incautaciones extra de armas o drogas realizó la policía de tráfico con esas cuatrocientas mil búsquedas adicionales? Diecisiete. ¿Merece de verdad la pena alienar y estigmatizar a 399.983 Mikes y Sandras para encontrar diecisiete manzanas podridas?

Malcolm Gladwell

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