viernes, 15 de octubre de 2021

 Así, el populacho, emborrachado de un consumismo propugnado por el sistema capitalista, obsolescencia programada incluida, se ha creído un nuevo rico, proyectándose hacia una excesiva vida materialista (dinero), obviando entonces a las verdaderas riquezas jerárquicamente más importantes: la riqueza intelectual (razón) y la riqueza espiritual (amor). Vivir en y por la primera es hacerlo en el mundo de las sombras, hacerlo en la segunda es ver la luz a la salida de la gruta, pero la tercera es la que procura la tan aludida iluminación de la filosofía perenne. Es un recorrido iniciático presente en la filosofía esotérica, al igual que lo plasmara Platón en el Mito de la caverna. En suma, se trata de un despertar de la conciencia como paso iniciático para dejar el mundo de las sombras (racionalismo pragmático) e ingresar al Mundo de las Ideas (racionalismo espiritual), lo que en psicología transpersonal vendría a ser, respectivamente, transcender el egocentrismo hacia la conciencia transpersonal. Una transición que, en lo social, equivale a pasar del neoliberalismo al altermundismo. 

El mundo de las ideas Pero no basta con ingresar en el Mundo de las Ideas, pues, toda persona debe decidir entre el bien y el mal mediante el correcto uso de la razón, o sea, pensando. ¿Pensando? 
¿Quién puede pensar críticamente si la propia asignatura que ayuda a ello, la filosofía, ha sido defenestrada junto al actual sistema educativo, nacido en el seno de una sociedad del bienestar que ha costado sangre, sudor y lágrimas a nuestros antepasados? Hemos perdido la memoria histórica, nunca mejor dicho, aquella que reclama La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Sin memoria y sin pensamiento crítico, el resultado es harto evidente: el populacho vive en la más completa ignorancia y esclavitud, como en la caverna platónica. 
Nuestra memoria ha sido escrita y programada por los poderes fácticoslxxvi quienes han establecido una jerarquía plutocrática: es el robo más grande de la historia que ha consistido en el secuestro del pensamiento crítico y la libertad de los ciudadanos, como demuestra la mal llamada Transición “modélica y pacífica” española, donde los herederos franquistas junto a la clase burguesa se han apoderado de la vida pública y política a costa de la ignorancia de un pueblo que ha perdido su propia conciencia de clase, hasta las personas se han perdido a sí mismas como evidencia esta profunda crisis mediante los crecientes suicidios. Tal es el resultado de una Transición ideológicamente manipulada desde los poderes fácticos con los grandes bancos a la cabeza.

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