Keynes era un joven profesor de economía del King’s cuando, al estallar la primera guerra mundial, fue reclutado por el Ministerio de Hacienda, el ministerio de finanzas británico, para recaudar dinero de Wall Street para financiar los esfuerzos de los aliados. Al terminar la guerra, en 1918, siguieron contando con Keynes para que les asesorara sobre la mejor forma de conseguir las máximas indemnizaciones de los derrotados alemanes. Lo que Keynes descubrió en las conversaciones de paz de París le sorprendió. Mientras que los victoriosos líderes aliados, movidos por la venganza, soñaban con la miseria que esperaban provocar en el país alemán mediante penas financieras severas, Keynes veía las cosas de una forma ligeramente diferente. Creía que para provocar deliberadamente la miseria de un país como Alemania, había que imponer la pobreza total a sus ciudadanos, lo cual crearía las condiciones perfectas para el extremismo político, la insurrección e incluso la revolución. Keynes creía que el Tratado de Versalles, en lugar de propiciar un final justo para la primera guerra mundial, había preparado el terreno para la segunda guerra mundial. De vuelta a casa, escribió Las consecuencias económicas de la paz, una crítica devastadora a la locura de los líderes aliados. El libro fue un best seller en todo el mundo e impulsó a Keynes hasta lo más alto del panorama internacional, como economista que estaba en sintonía con el pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario