domingo, 2 de noviembre de 2025

 Cuando alguien que viene de un contexto privilegiado o “alejado del pueblo” dice que celebra el Halloween y no día de muertos, entran en juego varias reflexiones:

1. Desconexión de la cultura propia: Puede ser un síntoma de distanciamiento social e identitario. Para alguien con recursos, educación o exposición a lo global, “Halloween” puede sentirse más moderno o sofisticado que una tradición que conecta con las raíces populares y ancestrales.

2. El privilegio de elegir la cultura que conviene: Decir “celebro Halloween, no Día de Muertos” es un lujo: no es una necesidad de adaptarse a un mundo moderno, es una elección estética. Y muchas veces, estas elecciones se perciben como un desprecio, consciente o inconsciente, hacia las tradiciones populares.

3. Performatividad cultural: Cuando figuras públicas hacen estas declaraciones, puede ser una manera de “distanciarse” del pueblo y al mismo tiempo proyectar una imagen cosmopolita o cool. Esto no necesariamente es mala intención, pero sí habla de cómo se construyen identidades desde la élite cultural.

4. Reflexión crítica: La situación nos invita a preguntarnos por qué ciertas tradiciones se valoran menos frente a influencias externas, y cómo la clase, el acceso a lo global y la educación moldean nuestra relación con la cultura popular. No es solo un gusto personal, sino también un indicador social.

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