martes, 16 de septiembre de 2025

 Los padres fundadores frente al Estados Unidos de hoy


Si los padres fundadores de Estados Unidos pudieran regresar de sus tumbas y caminar por las calles del país que ayudaron a crear, se sentirían atrapados en una ironía cruel. Su experimento de república nació con discursos encendidos sobre la libertad, la autonomía del ciudadano y la desconfianza hacia el poder concentrado. Hoy, sin embargo, verían un escenario que contradice buena parte de aquello que dejaron escrito en documentos que se siguen citando, pero ya casi nadie respeta.

La traición a Jefferson y Franklin

Thomas Jefferson insistía en que un gobierno debía temer al pueblo, no al revés. Pero basta mirar la militarización de las ciudades, la vigilancia digital y la represión de las protestas para advertir lo contrario: es la gente quien teme a las instituciones. Benjamin Franklin advertía que sacrificar libertad por seguridad era el camino hacia perder ambas; el presente le da la razón. En nombre de la seguridad nacional, se han normalizado la censura, el espionaje masivo y la criminalización de la disidencia.

Madison y Washington: advertencias ignoradas

James Madison, obsesionado con limitar al poder, se encontraría con un aparato estatal que concentra fuerza militar, tecnológica y mediática nunca antes vista. George Washington, que en su discurso de despedida alertó contra los partidos políticos y el faccionalismo, vería cómo su advertencia se convirtió en caricatura: dos partidos atrincherados que ya no gobiernan, sino que libran una guerra civil fría donde el ciudadano común es un daño colateral.

La libertad de expresión como espejismo

La Primera Enmienda fue pensada como garantía de un pueblo capaz de incomodar al poder. Pero en la práctica actual, la libertad de expresión se reduce a un eslogan mientras los grandes medios deciden qué voces se escuchan y cuáles son silenciadas. Manifestarse puede costar cárcel, gases lacrimógenos o campañas de difamación en redes. Lo que alguna vez fue un derecho sagrado se ha convertido en un permiso condicionado.

El epitafio de un experimento

Es cierto: los padres fundadores no eran santos. Algunos eran esclavistas, aristócratas y pragmáticos. Pero tenían claro que la democracia debía ser un muro contra la tiranía. Si vieran lo que hoy ocurre en su país, probablemente dirían:
“Construimos una república para que el pueblo gobernara al gobierno, no para que el gobierno domesticara al pueblo.”

El gran experimento americano sigue existiendo, pero cada vez más como espectáculo de marketing que como realidad. Y ahí está la paradoja: Estados Unidos cita a sus fundadores como si fueran profetas, pero gobierna como si nunca hubieran existido.


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