sábado, 28 de junio de 2025

 Aquí van algunas razones por las que los militantes muchas veces no logran ser tomados en cuenta o permiten que una élite política se perpetúe:


1. Control de las estructuras del partido: Muchos partidos están dominados por cúpulas o "caciques" que controlan los recursos, las candidaturas y las decisiones. Esto desalienta la participación crítica o la competencia interna real.

2. Falta de democracia interna: Aunque en teoría los partidos deben tener procesos democráticos para elegir candidatos, en la práctica muchos están marcados por el "dedazo", acuerdos entre élites o elecciones internas manipuladas.

3. Desigualdad económica: Las campañas y los puestos políticos muchas veces requieren recursos económicos y redes de poder que los militantes de base no tienen. Esto deja el campo libre a personas de clase alta o con respaldo empresarial.

4. Miedo a represalias o exclusión: Alzar la voz dentro del partido puede significar ser marginado o vetado en futuras oportunidades. Esto genera autocensura entre muchos militantes.

5. Falta de organización de base: Aunque hay muchos militantes inconformes, no siempre están organizados para presionar por reformas internas. La atomización debilita su capacidad de exigir cambios.

6. Promesas de futuro: A veces, las dirigencias mantienen a los militantes fieles con la esperanza de que "algún día les tocará", generando una dependencia simbólica.

7. Normalización del clientelismo: En algunos contextos, los militantes se acostumbran a recibir pequeños beneficios a cambio de lealtad, en lugar de exigir poder real o representación.


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