miércoles, 4 de mayo de 2022

 Pero la espectacular consolidación del neoliberalismo como una nueva ortodoxia económica reguladora de la política pública a nivel estatal en el mundo del capitalismo avanzado, se produjo en Estados Unidos y en Gran Bretaña en 1979. En mayo de aquél año, Margaret Thatcher fue elegida en Gran Bretaña con el firme compromiso de reformar la economía. Bajo la influencia de Keith Joseph, un publicista y polemista muy activo y comprometido que poseía conexiones muy influyentes con el neoliberal Institute of Economic Affairs, aceptó que el keynesianismo debía ser abandonado y que las soluciones monetaristas de las doctrinas “dirigidas a actuar sobre la oferta” eran esenciales para remediar la estanflación que había caracterizado la economía británica durante la década de 1970. Thatcher se dio cuenta de que estas medidas suponían nada menos que una revolución en las políticas fiscales y sociales, y de manera inmediata mostró una feroz determinación para acabar con las instituciones y los canales políticos del Estado socialdemócrata que se había consolidado en Gran Bretaña después de 1945. Ésto implicó enfrentarse al poder de los sindicatos, atacar todas las formas de solidaridad social que estorbaban a la flexibilidad competitiva (como las expresadas a través de la forma de gobierno municipal, y también al poder de muchos profesionales y de sus asociaciones), desmantelar o revertir los compromisos del Estado de bienestar, privatizar las empresas públicas (entre ellas, la vivienda social), reducir los impuestos, incentivar la iniciativa empresarial y crear un clima favorable a los negocios, para inducir una gran afluencia de inversión extranjera (en concreto, proveniente de Japón). En una famosa declaración, Thatcher afirmó que no había «eso que se llama sociedad, sino únicamente hombres y mujeres individuales»; seguidamente ella añadió, y sus familias. Todas las formas de solidaridad social iban a ser disueltas en favor del individualismo, la propiedad privada, la responsabilidad personal y los valores familiares. El asalto ideológico alrededor de estas hebras que atravesaban la retórica de Thatcher fue incesante27. «La economía es el método», señaló, «pero el objetivo es cambiar el alma». Y la hizo cambiar, aunque de formas que en ningún caso fueron exhaustivas ni acabadas, y mucho menos carente de costes políticos.

David Harvey

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