Snack en el pasado era una palabra desconocida. Nuestros padres y abuelos no comían cinco veces al día: a lo sumo dos o tres veces. Las madalenas y las galletas no eran un desayuno: eran postres, muy ocasionales. A nuestros padres y abuelos lo más probable es que toda la comida les sentara bien: pan con aceite para desayunar, para el almuerzo un plato de cuchara con una fruta de postre (si era temporada) y de cena una tortilla francesa, un pescado y algo de verdura. En algún momento en los años setenta y ochenta, nos trajeron muchísimos avances, de Estados Unidos sobre todo. Vaya, al menos nos los vendieron como avances: snacks y galletas, zumos envasados y refrescos, comidas preparadas y precocinadas. Comenzaron a proliferar los supermercados y a desaparecer los mercados de abastos. Por ejemplo, donde vivo yo, una población de más de setenta mil habitantes, no hay ningún mercado de abastos y es difícil encontrar una pescadería. Del 80 al 90 por ciento de la oferta de los supermercados consiste en productos, no alimentos reales que nuestras abuelas reconocerían como comida. Además, son establecimientos con un diseño específico para hacernos comprar más precisamente de lo menos saludable. Como dice Antonio Estrada, de sinAzucar.org: A mucha gente le gusta cuidar su alimentación, pero lo hace con un criterio confundido por el marketing de la industria alimentaria. A principios de marzo de 2020, la gente asaltó los supermercados en busca de papel higiénico. También arramblaron con las pizzas, las patatas fritas y los refrescos, y dejaron un excedente de brócoli. Yo me acababa de incorporar al hospital. Al llegar al súper cerca de la hora de cierre, las estanterías estaban vaciadas de ultraprocesados. Me pareció delirante. ¿Nos iban a confinar durante no se sabía cuánto tiempo, sin poder salir a la calle a hacer deporte, y la gente se lanzaba a comer porquerías? Así fue. Y es normal: la ansiedad ante un futuro incierto y una situación nueva amenazante nos lleva a buscar el consuelo de la comida hipercalórica e hiperpalatable, repleta de sal, azúcar y grasas malas.
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