Al principio, el FMI sólo imponía condiciones estrechamente relacionadas con la gestión por parte del país prestatario de su balanza de pagos, como la devaluación monetaria. Pero luego empezó a poner condiciones sobre los presupuestos del gobierno alegando que los déficit presupuestarios son una causa clave de problemas de balanza de pagos. Esto llevó a la imposición de condiciones como la privatización de empresas de propiedad estatal, porque se argüyó que las pérdidas ocasionadas por tales compañías eran una importante fuente de déficit presupuestarios en muchas naciones n vías de desarrollo. En cuanto comenzó esta extensión de lógica, ya no se detuvo. Puesto que todo está relacionado con todo lo demás, cualquier cosa podía ser una condición. En 1997, en Corea, por ejemplo, el FMI dictó condiciones sobre la cantidad de deuda que las empresas del sector privado podían tener, por el motivo de que el endeudamiento excesivo de esas compañías era la causa principal de la crisis financiera de Corea. Y por si todo esto fuera poco, las naciones ricas malas samarita- nas suelen exigir, como condición para su contribución financiera a los paquetes del FMI, que el país prestatario sea obligado a adoptar políticas que tienen poco que ver con arreglar su economía pero que sirven los intereses de los países ricos que prestan el dinero. Por ejemplo, al ver el acuerdo de 1997 que Corea suscribió con el FMI, un observador indignado comentó: "Varios puntos del plan del FMI son repeticiones de las políticas que Japón y Estados Unidos han tratado de hacer adoptar a Corea desde hace tiempo. Entre ellos figuran acelerar las [...] reducciones de barreras arancelarias a productos japoneses concretos y abrir los mercados de capitales para que los inversores extranjeros puedan tener la propiedad mayoritaria de empresas coreanas, meterse en adquisiciones hostiles [...] y ampliar la participación directa en banca y otros servicios financieros. Aunque la mayor competencia de importaciones manufactureras y más propiedad extranjera podrían [...] ayudar a la economía coreana, los coreanos y otros lo consideraron [...] como un abuso de poder del FMI forzar a Corea en una época de debilidad a aceptar políticas comerciales y de inversión que había rechazado anteriormente". Quien dijo esto no era un anarquista anticapitalista sino Martin Feldstein, el economista conservador de Harvard que fue el principal asesor económico de Ronald Reagan en la década de 1980.
Ha-Joon Chang
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