viernes, 26 de febrero de 2021

 Por supuesto, ha habido casos en los que la adopción de las políticas económicas de libre mercado se ha producido de forma democrática. Los políticos han presentado propuestas de línea dura, y han ganado las elecciones, siendo la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos el mejor ejemplo, y la elección en Francia de Nicolás Sarkozy uno más reciente. En estos casos, no obstante, los cruzados del capitalismo se enfrentaron a la presión del público, y tuvieron que suavizar y modificar sus planes radicales, viéndose obligados a aceptar cambios graduales en lugar de una conversión total. En resumen, el modelo económico de Friedman puede imponerse parcialmente en democracia, pero para llevar a cabo su verdadera visión necesita condiciones políticas autoritarias. La doctrina de shock económica necesita, para aplicarse sin ningún tipo de restricción -como en el Chile de los años setenta, China a finales de los ochenta, Rusia en los noventa y Estados Unidos tras el 11 de septiembre-, algún tipo de trauma colectivo adicional, que suspenda temporal o permanentemente las reglas del juego democrático. Esta cruzada ideológica nació al calor de los regímenes dictatoriales de América del Sur, y en los nuevos territorios que ha conquistado recientemente, como Rusia y China, coexiste con comodidad, y hasta con provecho, con un liderazgo de puño de hierro.

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