
Creó universos fantásticos mediante la historieta, la pintura y la escultura
Murió Manuel Ahumada,
una voz insustituible en la narrativa gráfica
Lo más cercano a un ángel es un astronauta; como no puedo ser ninguno, cuando menos los dibujo
“‘Todo lo que hago es narrativo, aunque sea un solo dibujo”, aseguró Manuel Ahumada. Aquí, en imagen del 4 de agosto de 2009Foto Yazmín Ortega Cortés
Alondra Flores, Ángel Vargas y Reyes Martínez
Periódico La Jornada
Sábado 4 de enero de 2014, p. 10
Sábado 4 de enero de 2014, p. 10
Lo más cercano a un ángel es un astronauta. Como no puedo ser ninguno de los dos, cuando menos los dibujo, expresó en una entrevista reciente el pintor y caricaturista Manuel Ahumada, quien falleció ayer a los 57 años de edad a causa de un paro cardiorrespiratorio mientras dormía en su domicilio de la ciudad de México, según informó su compañera, Jacqueline Valadez Pastor.
Reconocido por la célebre serie La vida en el limbo, imágenes lúdicas y provocadoras de ciencia ficción, el amor, la ciudad y la vida cotidiana que desafían a la imaginación fueron parte del quehacer estético del colaborador de La Jornada.
Sin embargo, el cronista reveló que fue un estigma difícil de vencer, pues la serie de historietas hacía que la gente no lo concibiera de otra forma que no fuera
en el fondo de un hoyo, con el corazón resquebrajado, chillando y rogando.
Una de las constantes en su trabajo, afirmó, fueron los sueños,
pero no tienen que ver con lo que pasa en mi mente cuando estoy dormido ni con los sueños colectivos, sino con lo que imagino estando despierto; son las imágenes que me gustaría ver al asomarme a la ventana.
Dedicó más de tres décadas a la impresión de caricatura política, historieta, pintura y escultura, creó universos fantásticos con seres solitarios, ángeles y demonios copulando; mujeres en desnudez etérea; lunas en cuarto menguante como azoteas de la soledad; astronautas que viajan en combis; espejos y ventanas que traspasan dimensiones, y tendederos donde colgaban melancolías.
Todo lo que hago es narrativo, aunque sea un solo dibujo, señaló en entrevista el dibujante de un vasto universo iconográfico, quien nació en la ciudad de México el 27 de enero de 1956. Realizó acuarela, óleo, tinta y arte objeto, como quedó manifiesto en la muestra Ahumada NeoRetrospectiva, exhibida en febrero pasado en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles.
En su voz, sus obras
son todas reales; las historias que cuentan puede o no vivirlas el público, pero se vuelven reales cuando hacen sentir algo al espectador, piezas para evocar la risa o la reflexión.
La cotidianidad urbana y el espacio sideral fueron motivos frecuentes de sus gráficas, en un universo metafísico donde todo es posible, envuelto en un humor negro e inquietante.
Manuel Ahumada estudió ingeniería y además quería ser músico. Aunque el azar lo llevó por el camino de la tinta, narró en entrevista por la celebración de sus 30 años de actividad artística, en 2009. Comenzó haciendo historietas que se publicaban en la revista Melodía, dirigida por Víctor Roura.
Fue parte del equipo fundador La Jornada y colaboró en el suplementoHisterietas. Antes realizó su carrera periodística en las publicaciones La Garrapata, el suplemento Masomenosdel diario unomásuno. La serie La vida en el limbo, protagonizada por un personaje que viste gabardina, sin rostro y con sombrero, ganó en 1982 el Gran Prix del Salón Internacional de la Caricatura de Montreal, Canadá.
La literatura, relató el artista, también inspiró sus piezas y la concepción de su mundo iconográfico. Autores como Franz Kafka, Jorge Luis Borges o Hermann Broch influenciaron las creaciones que fluyeron de su mente.
Además del dibujo, su tránsito por las artes visuales lo llevó a la pintura y a la escultura. Recientemente, también al arte objeto y juguetes que complementaron su obra gráfica, pero todos narrativos, relatos en tercera dimensión, jaulas de pájaros y naves en pequeños universos en cajas.
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