ERNESTO VILLANUEVA
14 DE NOVIEMBRE DE 2013
ANÁLISIS
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Esta es la tercera ocasión que en
los dos años más recientes me he ocupado de las denominadas pensiones de los
extitulares del Ejecutivo federal. Con motivo de mi primer texto publicado en
Proceso a principios de 2012 surgió la idea de profundizar en este asunto, lo
que derivó en que la maestra Hilda Nucci González y yo publicáramos la obra
Beneficios expresidenciales (Temis, Bogotá, 2012). Ahora se encuentra en
proceso de factura la edición mexicana, que estará lista para principios de
2014. Comparto aquí algunas de las novedades de esta segunda entrega editorial
en virtud de su oportunidad y pertinencia.
Primero. ¿Por qué otorgar una pensión a quien ocupó la
titularidad del Poder Ejecutivo Federal? No hay una respuesta que sea unívoca y
que haya adquirido consenso doctrinal. La justificación de estas prestaciones
extraordinarias –si la hay– no reside en garantizar la vida digna de los
exmandatarios del país, pues en todo caso cada uno de los gobernados las merece.
El argumento que podría explicar los citados beneficios consiste en la garantía
de que la persona que ocupe el cargo de presidente de la República pueda
dedicarse por entero a la grave responsabilidad de ejecutar las disposiciones
de la Constitución y la ley sin que tenga que preocuparse por su futuro
económico y el de su familia.
Es de llamar la atención que los montos de la pensión y los
apoyos otorgados hasta ahora a los expresidentes han sido asignados sin ningún
estudio, motivación o argumentación, lo que lastima la dignidad de la sociedad.
Segundo. Si debe haber una norma o ley que justifique estas
prestaciones, tendría que explicar por qué se ha otorgado a los expresidentes
una pensión equivalente al ingreso del máximo tabulador de un secretario de
Estado. No se cuenta, hasta donde hemos analizado Nucci González y yo, con
elementos orientativos que fundamenten esta decisión. Ningún país de América
Latina tiene una pensión similar a la de México. En efecto, los expresidentes
de Chile reciben una pensión de 145 mil pesos mensuales, y los de Colombia, de
147 mil, tan sólo por citar los más altos de la región.
Incluso naciones del Primer Mundo otorgan pensiones menores
a las mexicanas. En Italia, la pensión equivale a 117 mil pesos, y en Francia a
87 mil. Si las cifras por sí mismas no constituyeran un indicador suficiente,
el análisis a la luz de criterios de equidad arroja datos que abonan en contra
de la solución hasta ahora adoptada por México. El país con la pensión para un
expresidente o similar más alta del mundo es Singapur, la cual asciende a 1
millón 322 mil pesos mexicanos mensuales. En Estados Unidos, los expresidentes
tienen una pensión equivalente a la mexicana; esa cantidad, empero, representa
14 salarios mínimos al mes aproximadamente.
En España, el exjefe de gobierno tiene una pensión
equivalente a 204 mil pesos, que representa 15.68 salarios mínimos mensuales de
ese país. En México, por el contrario, el monto equivalente al salario de un
secretario de Estado es de más de 200 salarios mínimos mensuales en la zona
económica más alta del país. (Ojo: no se cuenta aquí todo lo que cuestan al
erario la ayudantía y seguridad, que es lo más oneroso.)
Tercero. El monto de la pensión de un expresidente de la
República debe calcularse tomando en cuenta tres factores: a) el tamaño de la
economía de México en el mundo; b) los principios de equidad basados en el
número de salarios mínimos mensuales en la experiencia comparada; y c) la
tendencia que Iberoamérica en particular ha seguido sobre el tema.
El Fondo Monetario Internacional, en su informe Perspectivas
económicas mundiales 2012, ubica a México en el sitio 14 y a Estados Unidos en
el número 1. La diferencia entre México y Estados Unidos, de acuerdo con el
FMI, es de 14 veces. ¿Cómo justificar una pensión idéntica entre los
expresidentes de Estados Unidos y México si México tiene una economía 14 veces
menor?
La media de las pensiones que perciben los expresidentes de
las 15 economías más grandes del mundo rondan los 140 mil pesos mensuales
mexicanos. Esa cifra desciende a los 85 mil pesos mensuales si se consideran
sólo las naciones de Iberoamérica. En ningún caso, empero, la equivalencia
entre número de salarios mínimos mensuales y la pensión del expresidente o
equivalente es razonablemente similar a la de México, donde la diferencia entre
quienes ganan un salario mínimo mensual y la pensión comentada es la más alta
del mundo.
La seguridad de quienes han ocupado la titularidad del Poder
Ejecutivo Federal es hoy otro tema de controversia. Se ha confundido seguridad
con opacidad, por una parte y, por otra, se ha privilegiado el interés personal
sobre el interés de la República. En efecto, no existe en el mundo ningún país
que otorgue una escolta para seguridad tan amplia como la que se brinda a un
expresidente mexicano. Es el caso, por ejemplo, de Felipe Calderón.
De acuerdo con la Policía Nacional de Colombia, la formación
de diamante es la mejor manera de proteger a una persona. Para lograrla, se
requieren cinco elementos o seis en el diamante más seguro. De esta suerte, la
protección de un expresidente mexicano no debe rebasar los 15 elementos,
considerando a los miembros de su familia nuclear monoparental, como sucede en
Estados Unidos.
Así, resulta oportuno observar el modelo estadunidense, que
reduce gradualmente la seguridad de los expresidentes hasta un mínimo requerido
por un periodo no mayor a 15 años.
En los próximos días el senador Manuel Bartlett Díaz
presentará una iniciativa de ley de vanguardia sobre el tema que entra al fondo
de este espinoso asunto.
Evillanueva99@yahoo.com
@evillanuevamx
www.ernestovillanueva.blogspot.com
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