viernes, 16 de agosto de 2013

Saqueo


Edición No. 14
El saqueo de Pemex
Millonarios desvíos de recursos, peculado, desfalcos, robos, contrataciones con sobreprecio, discrecionalidad en la administración, derroche de sus ejecutivos, saqueo de sus empleados, defraudación de sus contratistas, sangría de su sindicato, son latrocinios que han marcado la historia de la industria petrolera mexicana.
LatinStock Las oficinas de Pemex después de la explosión del 31 de enero de 2013. Una de las líneas de investigación es que fue un atentado.

Ana Lilia Pérez es periodista y autora de los libros Camisas azules, manos negras. El Saqueo de Pemex desde Los Pinos y El cártel negro. Ha obtenido el Premio de Periodismo América Latina y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2007), Premio Mexicano de Periodismo (2009), Premio Nacional de Periodismo (2010), Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo (2010) y el Premio Leipziger Medienpreis 2012.

Ahora que el gobierno federal alista la propuesta de reforma energética para Petróleos Mexicanos (Pemex), sería necesario que en la agenda pública también se discuta la corrupción en la paraestatal, que por décadas ha impactado sus finanzas y, por ende, el patrimonio de los mexicanos.
La tónica versa entre permitir o no la entrada de capital privado, se cita la sangría hacendaria (siete de cada 10 pesos de sus ingresos van para Hacienda), la declinación de reservas, o el rezago tecnológico, como factores que restan competitividad a Pemex, pero no se habla del factor corrupción, y es que, para quienes conocen los entresijos de la paraestatal, ésta es una de las principales causas que atentan contra su eficiencia. La corrupción en Pemex no se limita a hechos tan evidentes como el que su cúpula sindical goce de lujos insultantes y ofensivos. La corrupción también está asociada a prácticas administrativas.
Los quebrantos son tan infinitos, como que ni siquiera los órganos de fiscalización del Estado —la Secretaría de la Función Pública (SFP) y la Auditoría Superior de la Federación (ASF)— han cuantificado nunca las pérdidas totales que por corrupción ha tenido Pemex en su historia. Apenas una idea se entreve con las revisiones que ambos organismos hacen aleatoriamente y sólo a una mínima fracción de sus operaciones.
En los informes de las auditorías que año con año la asf hace públicas —al alcance de cualquier interesado en su página de internet— Pemex y sus subsidiarias son habitualmente de las áreas de la administración pública con más irregularidades. Cada caso representa sangrías en cifras estratosféricas. Y aun cuando la auditoría reúna pruebas categóricas, generalmente los resultados se quedan sólo en papel, sin que exista siquiera un resarcimiento real en términos monetarios.
Aunque en casos excepcionales la SFP logre inhabilitar a algún funcionario corrupto (de bajo nivel casi siempre) o contratista defraudador, en la práctica ni las restricciones legales les son taxativas, porque fácilmente obtienen amparos y más contrataciones de manera directa o en licitaciones plagadas de anomalías.

 La de México es la única de las grandes petroleras del planeta (ocupa el lugar ocho en el ranking de las 10 petroleras más rentables) saqueada por quienes tienen la misión de administrarla. Los latrocinios ocurren a veces como capítulo de Ripley, por ejemplo la contratación y pago de multimillonarios servicios a compañías que sólo existen en papel y cuyos socios directos o indirectos en ocasiones son los propios funcionarios o exfuncionarios.
En el sector energético se identifica a la de México junto con la de Nigeria como las industrias con mayor incidencia de corrupción. Pero “incluso en el país africano ha habido reacciones de la sociedad civil, manifestaciones en contra de la corrupción en su industria”, refiere el consultor noruego Markus Vickar.
La mecánica de la corrupción en Pemex funciona porque no ha habido eficiencia ni suficiente interés en combatirla. En consecuencia, los latrocinios han sido modus vivendi tanto para altos funcionarios como para trabajadores de bajos escalafones. Harían falta infinidad de cuartillas para siquiera referirlos, pero hay botones de muestra. Como la corrupción debería combatirse de la misma manera en la que se asean las escaleras –de arriba hacia abajo–, viene bien citar los casos de varios exdirectores, porque son ellos la cara de Pemex, y quienes marcan la directriz a sus subordinados. Desde Jorge Díaz Serrano, quien dirigió la paraestatal de 1976 a 1981, en los años de esplendor por el prodigioso yacimiento Cantarell. El ingeniero incurrió en defraudación y peculado por adquirir dos buque tanque —Cantarell y Abkatum— con un sobreprecio de 5 mil millones de pesos.

(Fragmento del reportaje publicado en Variopinto versión impresa No.14)

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