Edición No. 14
El saqueo de Pemex
Millonarios desvíos de recursos, peculado,
desfalcos, robos, contrataciones con sobreprecio, discrecionalidad en la
administración, derroche de sus ejecutivos, saqueo de sus empleados,
defraudación de sus contratistas, sangría de su sindicato, son
latrocinios que han marcado la historia de la industria petrolera
mexicana.
LatinStock
Las oficinas de Pemex después de la explosión del 31
de enero de 2013. Una de las líneas de investigación es que fue un
atentado.
| Ahora que el gobierno federal alista la propuesta de reforma energética para Petróleos Mexicanos (Pemex), sería necesario que en la agenda pública también se discuta la corrupción en la paraestatal, que por décadas ha impactado sus finanzas y, por ende, el patrimonio de los mexicanos. La tónica versa entre permitir o no la entrada de capital privado, se cita la sangría hacendaria (siete de cada 10 pesos de sus ingresos van para Hacienda), la declinación de reservas, o el rezago tecnológico, como factores que restan competitividad a Pemex, pero no se habla del factor corrupción, y es que, para quienes conocen los entresijos de la paraestatal, ésta es una de las principales causas que atentan contra su eficiencia. La corrupción en Pemex no se limita a hechos tan evidentes como el que su cúpula sindical goce de lujos insultantes y ofensivos. La corrupción también está asociada a prácticas administrativas. Los quebrantos son tan infinitos, como que ni siquiera los órganos de fiscalización del Estado —la Secretaría de la Función Pública (SFP) y la Auditoría Superior de la Federación (ASF)— han cuantificado nunca las pérdidas totales que por corrupción ha tenido Pemex en su historia. Apenas una idea se entreve con las revisiones que ambos organismos hacen aleatoriamente y sólo a una mínima fracción de sus operaciones. En los informes de las auditorías que año con año la asf hace públicas —al alcance de cualquier interesado en su página de internet— Pemex y sus subsidiarias son habitualmente de las áreas de la administración pública con más irregularidades. Cada caso representa sangrías en cifras estratosféricas. Y aun cuando la auditoría reúna pruebas categóricas, generalmente los resultados se quedan sólo en papel, sin que exista siquiera un resarcimiento real en términos monetarios. Aunque en casos excepcionales la SFP logre inhabilitar a algún funcionario corrupto (de bajo nivel casi siempre) o contratista defraudador, en la práctica ni las restricciones legales les son taxativas, porque fácilmente obtienen amparos y más contrataciones de manera directa o en licitaciones plagadas de anomalías.
La de México es la única de las
grandes petroleras del planeta (ocupa el lugar ocho en el ranking de las
10 petroleras más rentables) saqueada por quienes tienen la misión de
administrarla. Los latrocinios ocurren a veces como capítulo de Ripley,
por ejemplo la contratación y pago de multimillonarios servicios a
compañías que sólo existen en papel y cuyos socios directos o indirectos
en ocasiones son los propios funcionarios o exfuncionarios.
En el sector energético se
identifica a la de México junto con la de Nigeria como las industrias
con mayor incidencia de corrupción. Pero “incluso en el país africano ha
habido reacciones de la sociedad civil, manifestaciones en contra de la
corrupción en su industria”, refiere el consultor noruego Markus
Vickar.
La mecánica de la corrupción en
Pemex funciona porque no ha habido eficiencia ni suficiente interés en
combatirla. En consecuencia, los latrocinios han sido modus vivendi
tanto para altos funcionarios como para trabajadores de bajos
escalafones. Harían falta infinidad de cuartillas para siquiera
referirlos, pero hay botones de muestra. Como la corrupción debería
combatirse de la misma manera en la que se asean las escaleras –de
arriba hacia abajo–, viene bien citar los casos de varios exdirectores,
porque son ellos la cara de Pemex, y quienes marcan la directriz a sus
subordinados. Desde Jorge Díaz Serrano, quien dirigió la paraestatal de
1976 a 1981, en los años de esplendor por el prodigioso yacimiento
Cantarell. El ingeniero incurrió en defraudación y peculado por adquirir
dos buque tanque —Cantarell y Abkatum— con un sobreprecio de 5 mil
millones de pesos.
(Fragmento del reportaje publicado en Variopinto versión impresa No.14)
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viernes, 16 de agosto de 2013
Saqueo
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