En Mártir de Cuilapan, Guerrero, prueba piloto de la Cruzada contra el Hambre.
Angélica Enciso L.
Publicado: 23/04/2013 08:33
Publicado: 23/04/2013 08:33
México, DF. En la
comunidad Mártir de Cuilapan –en la región centro de Guerrero–,
donde se aplica la prueba piloto de la Cruzada Nacional contra el
Hambre y se llevarán las “galletas nutritivas” de Quaker,
existen al menos 82 productos agrícolas que los habitantes pueden
consumir, entre ellos siete variedades de maíz, nueve de frijol, 21
de verduras y 30 de frutas, señaló Catarina Illsley, de la
asociación civil Grupo de Estudios Ambientales.
En esa zona, reconocida
como la cuna del pozole, hay desnutrición porque los productos
tradicionales de alto valor nutritivo están devaluados: los
pobladores los ven como “alimentos de pobres”, y tomar refrescos
les da prestigio porque refleja que tienen capacidad de compra,
indicó en conferencia de prensa.
En esa situación,
agregó, empresas como PepsiCo y Nestlé “han jugado un papel
central con las permanentes campañas de publicidad”.
El gobierno debería
impulsar una campaña de educación sobre el valor de los alimentos y
fomentar el cultivo de los productos locales, apuntó la bióloga.
Agregó que la cruzada
contra el hambre es un programa asistencialista que plantea llevar
alimentos a zonas marginadas, como si las poblaciones no tuvieran
manera de producir sus alimentos. “Conciben a los pobres como meros
objetos de caridad”, deploró.
Consideró que más bien
se debería poner acento en el aumento sustentable de la producción
y en el desarrollo de los mercados para productos locales en cada
región.
Como ejemplo del abandono
de los productos por la población, dijo que en Mártir de Cuilapan
el amaranto ya sólo se encuentra en pocos solares y sus recetas se
están olvidando.
El gobierno parte,
añadió, de que en el campo “sólo hay ignorancia y falta de
capacidad, por lo que también los conocimientos agronómicos hay que
llevarlos de fuera. Los campesinos saben elaborar gran diversidad de
productos”.
Julieta Ponce, del Centro
de Orientación Alimentaria, sostuvo que si la cruzada se quiere
parecer al programa Hambre Cero de Brasil, tendrá que definir
claramente sus políticas –ya que hasta ahora sólo se han visto
convenios con las empresas y se anunció la creación de un centro
nacional de alimentación y nutrición–, además de hacer una
auditoría sobre muertes infantiles.
Ponce indicó que hasta
ahora en la cruzada no se han planteado acciones para promover la
lactancia materna ni existe una lista de alimentos saludables que se
produzcan en el país.
“El combate a la
pobreza hasta ahora ha tenido resultados reprobatorios”, aseveró.
Alejandro Calvillo, de El
Poder del Consumidor, sostuvo que mientras el programa Hambre Cero
tenía una política articulada con los ejes de acceso a alimentos,
fortalecimiento de la agricultura familiar, generación de ingresos y
articulación, movilización y control social, la actual cruzada fue
“improvisada y hecha al vapor”.
Relató el caso del
municipio de Tenexatlajco, Guerrero, donde se logró disminuir la
desnutrición entre niños y jóvenes con la “olla escolar”.
Señaló que los
adolescentes de telesecundaria tenían problemas de desnutrición y
gastaban en comida chatarra entre 10 y 15 pesos diarios. Sus recursos
provenían del programa Oportunidades o remesas de Estados Unidos.
Después empezaron a depositar ese dinero en la olla, y con una
cantidad de estos fondos preparaban un almuerzo con maíz, frijol,
huevos y quelites, y con otra parte les alcanzó para la construcción
de dos aulas.
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