miércoles, 26 de diciembre de 2012

Primavera árabe u otoño islámico


El Cairo. Todo aquel que creyó que la Primavera Árabe sería un episodio pasajero, seguro que durante 2012 cambió de opinión. La calma no ha llegado a todos esos países que vivieron procesos revolucionarios y en otros como Kuwait y Arabia Saudita se están viviendo protestas. Los expertos se preguntan ahora si el rey Abdullah II de Jordania se convertirá en el próximo monarca de la región que pierda el poder.
Desde hace meses hay protestas en las calles de Ammán contra la subida de los precios de la gasolina o contra la ley electoral. Las protestas están lideradas por los Hermanos Musulmanes y en los últimos tiempos ya se escuchan gritos pidiendo un “cambio de régimen”.
El escritor y ex miembro de la CIA Bruce Riedel afirmó recientemente: “El despertar árabe ya se cierne sobre su próxima víctima, el rey del reino hachemita de Jordania, Abdullah II, que es un importante aliado de Estados Unidos”.
En Egipto y Túnez las fuerzas islámicas libran actualmente un duro enfrentamiento con las liberales por el poder, tanto en las instituciones como en las calles. Las manifestaciones multitudinarias en Bahréin prosiguen, mientras que Yemen amenaza con estancarse en la fase de transición tras la salida forzada del presidente Ali Abdullah Saleh.
En Siria, donde a diario mueren decenas de personas, el presidente Bashar al Assad se ha aferrado al poder y la fuerza aérea bombardea a sus adversarios.
En Libia, donde tras el derrocamiento de Muamar al Gadafi la gente tuvo que empezar de cero (no había Parlamento, ni Constitución, ni partidos), se avanza en el proceso de democratización. Las primeras elecciones a nivel nacional cumplieron con los estándares mínimos, pero la situación del país todavía sigue siendo mala. En septiembre los terroristas atacaron el consulado de Estados Unidos en Bengasi y mataron a cuatro estadunidenses. Los milicianos han asaltado en varias ocasiones el Parlamento cuando las decisiones políticas no les parecían correctas.
En la evolución de Egipto y Túnez se pueden observar ciertos paralelismos. En ambas naciones, los Hermanos Musulmanes, que se autodenominan “islamistas moderados”, han recurrido a los radicales salafistas para asustar a la población. El objetivo de su estrategia es dar la impresión en las fuerzas seculares de que la Hermandad Musulmana es “el mal menor”, una suerte de escudo ante los extremistas que crean disturbios ante las embajadas occidentales y se hacen pasar por “policías de la religión”.
En tanto, el eslogan “El pueblo quiere derrocar al régimen” se ha vuelto a instalar en la plaza Tahrir de El Cairo. Pero si en febrero de 2011 esa consigna iba dirigida contra el ex presidente Hosni Mubarak y sus acólitos, ahora va dirigida al actual presidente, el islamista Mohammed Mursi y la Hermandad Musulmana. Como Mursi se ha blindado con un decreto presidencial que recorta las competencias de la Justicia y ha cambiado al fiscal del Estado, el mandatario se ha ganado además el enojo de la judicatura.
Pero las protestas no van con todos. Muchos adversarios de los Hermanos Musulmanes, académicos laicos y miembros de la minoría cristiana, han tirado la toalla este año y se han marchado del país.
Otros tienen previsto hacerlo en un futuro próximo y entre sus destinos favoritos figura Canadá.
Mustafa al Fikki, un ex diputado egipcio, expresaba su enojo recientemente en el diario árabe Al Hayat al señalar que en muchos lugares no se trata tanto de hacer reformas, sino de saldar viejas cuentas pendientes. “No queremos una primavera árabe que se convierta en un invierno seco, en un invierno frío o en verano de calor abrasador”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario